Los Américos, tienen mucha significancia en la historia de Tamaulipas. El ingeniero, Villarreal Guerra, cerró el ciclo de los políticos del nacionalismo revolucionario –más preciso: de la tecnocracia– en la entidad, para dar paso a la ola de gobernadores neoliberales; el médico, Villarreal Anaya, dio por finalizado el círculo vital de ese tipo de Ejecutivos estatales, para dar paso a los gobernadores lopezobradoristas, es decir: antineoliberales.
Para el ingeniero, no fue sencillo.
Operó como la armella que abrió la puerta de entrada a Tamaulipas, a una forma de gobierno deshumanizada y con ética cuestionable. Los representantes del salinismo arribaron con ferocidad; arrinconaron y mutilaron la autoridad del ex subsecretario de la Secretaría de Recursos Hidráulicos.
La capacidad de adaptación de AVG, resultó admirable.
Así sobrevivió a la ola neoliberal, que odiaba a todo factor ligado con la política y el gobierno tradicionales.
Superó eventos de ingobernabilidad que amagaron con su destitución. El salinismo traía prisa; y sus personeros –Manuel Cavazos Lerma y Hugo Andrés Araujo de la Torre– igualmente.
Villarreal Guerra, vivió la incómoda circunstancia de aparecer en la eclosión de un novedoso sistema de gobierno local.
El médico, Villarreal Anaya, al igual que su padre, está en un espacio de transición. Con una grandísima diferencia: con los vientos a su favor. Le toca, atestiguar trascendentales vuelcos en la vida sociopolítica de la entidad, desde amigable posición: estar dentro del proyecto presidencial de Claudia Sheinbaum –como lo estuvo en el de AMLO– y disfrutar de una mayoría del –por el momento– Poder de los poderes tamaulipecos: el Congreso local.
Si AVG padeció la incertidumbre y el hostigamiento de actores locales y nacionales, AVA, podrá encarar los desafíos a su paso con un poder pleno producto de su legitimidad y su adhesión al proyecto nacional del Segundo Piso de la IV T.
Los dos Américos, tienen una feliz similitud: ambos, fueron beneficiarios de las políticas de gobierno neoliberales. Villarreal Guerra, vive en el recuerdo –para bien– de los tamaulipecos, por los desastrosos sexenios de la corriente neoliberal: Manuel Cavazos Lerma, Tomás Yarrington Ruvalcaba, Eugenio Hernández Flores, Egidio Torre Cantú y Francisco García Cabeza de Vaca; Villarreal Anaya, es gobernador, justamente por la misma razón: el discurso del lopezobradorista cayó en terreno fértil y apuntaló a AVA para llegar a la gubernatura.
No sobra el comentario para precisar: los exgobernadores que mayores disensos –para decirlo de forma elegante– han provocado en la sociedad regional, son los que se pusieron a la sombra del neoliberalismo, tanto priista como panista –que en el fondo es lo mismo–.
Parafraseando al clásico: el neoliberalismo, creó a sus propios sepultureros.
No es tarea menor la que tiene asignada, Villarreal Anaya: crear las condiciones adecuadas para el aterrizaje en la comarca de los gobiernos y proyectos de la IV T y su profundización.
Una de las prioridades de AVA, es desmantelar de la mentalidad de la clase política local, toda idea y práctica neoliberal.
El Segundo Piso de la IV T, demanda gobiernos que vayan en ese mismo sentido. AMLO, proporcionará un arma potente para realizar cambios en las regiones: la Reforma al Poder Judicial.
Los virajes que requiere Tamaulipas, no se darán por ensalmo.
El doctor, Villarreal Anaya, puede realizar un trabajo memorable –aún mayor que el de su padre– si su gobierno, ejecuta lo necesario para la emergencia de gobiernos locales trascendentes, que actúen sin la fantochería y la mala leche de administraciones pasadas.