Ayer arreció en redes sociales una campaña muy ofensiva contra Samuel García.
Cada quien es libre de pensar lo que se le antoje de sus gobernantes. Para eso es la libertad de expresión y de prensa.
Sin embargo, decir que Nuevo León está al garete o en el fondo del barranco, es proferir una soberana estupidez.
Nuevo León es el estado donde prácticamente no existe el desempleo. Tan es así que muchas empresas y comercios contratan por la vía legal o ilegal a inmigrantes haitianos y hondureños. Tenemos sobre oferta laboral.
Gracias el nearshoring (con o sin Tesla), representamos más del 70% de la inversión extranjera directa en todo México. Esta cifra récord que irradiamos a Coahuila y Tamaulipas, no es casual. Algo estamos haciendo muy bien.
El Producto Interno Bruto (PIB) de Nuevo León es uno de los mayores a nivel nacional.
Hay paz laboral y el nuevoleonés, aunque sea motivo de escarnio por las carnes asadas, el futbol y la cerveza, somos gente que nos levantamos muy temprano (82% de nuestra población económicamente activa), y trabajamos largas jornadas sin quejas ni lloriqueos, como pasa en otras partes del país.
Yo no creo en los horarios laborales de sólo 4 o 5 horas de trabajo como pretende Carlos Slim. Mis abuelos y mis padres trabajaban los siete días a la semana sin tregua ni lamentos de fatiga
Si conseguimos un PIB alto, una inversión extranjera destacable y un modo de vida por encima del resto del país, no es porque nos cayera del cielo. Aquí no aplican milagros que valgan.
Ayer Samuel García con su tesorero Carlos Garza, como haría cualquier gobernador en su lugar, viajó a la CDMX a gestionar más recursos para infraestructura y obra publica en Nuevo León. ¿Cuál es el problema?
Si tú o yo fuéramos gobernadores como lo es Samuel, también buscaríamos (si somos responsables), más recursos ante el Gobierno Federal, porque es por el bien de nuestras familias. ¿Dónde cabe el reproche?
No te responderé cuál es la queja, sino quiénes son los quejosos: para variar, la vieja oligarquía.
El rango de crecimiento económico en Nuevo León refleja una perspectiva optimista que por motivos políticos quieren desinflar a toda costa estos oligarcas que han manipulado el poder local legislativo desde hace varios sexenios.
Por eso yo estoy en contra de estas élites rapaces. No caigamos en su juego.
Saquémoslas a patadas de la administración pública. Y del control del aparato gubernamental. Ya tuvieron su oportunidad, solapados por varios medios de comunicación y nos fue como nos fue.
Pero los nuevoleoneses somos sabios y si a veces metemos la pata y le confiamos el poder a gente bronca, la sacamos rápidamente.
Este fenómeno de crecimiento económico y de casi reducción a cero de la desigualdad social (somos prácticamente una sociedad de clases medias, sin pobreza extrema) me lleva a proponer otro instrumento de medición para destacar que sean compatibles la alta productividad empresarial y comercial y la igualdad de oportunidades.
A este instrumento lo llamaría Producto Interior Real (PIR).
Las agencias de calificación crediticia nos asignan una muy buena evaluación en el cumplimiento de nuestras obligaciones de pago de deuda. Es decir, somos un estado solvente y con capacidad de pago; nos tienen confianza los mercados financieros tanto Standard & Poor’s (S&P), Moody’s Investors Service y Fitch Ratings.
¿Refleja la buena evaluación de estas calificadoras que Nuevo León es sujeto de crédito? Sí. ¿Hay deuda buena? Sí.
Por lo tanto, refleja también que el PIB de Nuevo León va de la mano con la igualdad social, esa combinación que tanto han estudiado economistas reconocidos, como el francés Thomas Piketty.
Entonces: ¿qué nos falta por hacer? Expulsar de todos los resquicios del poder a la vieja oligarquía política; acabar con la figura de la reelección legislativa y reformar a fondo al poder judicial del estado que demanda algo más que una manita de gato. Tarea pendiente. Manos a la obra.
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