La farsa escenificada la otra noche en la Cámara de Senadores para reelegir a la señora Rosario Piedra Ibarra como Presidente de la muy importante Comisión Nacional para la Defensa de los Derechos Humanos es sumamente grave. Se ha escrito y dicho en los medios tradicionales y no, que la primera designación de esta mujer hace cinco años fue un capricho presidencial.
Lopitos pretendió justificar su empecinado afán en el capricho, por la trayectoria de la madre de esta señora, la recientemente fallecida Rosario Ibarra Viuda de Piedra -a unas horas de pasar la banda presidencial de las manos de Andrés Manuel a las de Claudia Sheinbaum- como madre de un joven desaparecido, miembro de una célula guerrillera. La trayectoria del muchacho, que nunca apareció como nunca aparecieron miles de otros luchadores sociales en este país en los años pasados y actuales, no justifica su segura muerte. Tampoco le otorga a sus familiares distinción especial. Tienen todo el derecho a exigir justicia. Privilegios, no.
La designación caprichosa de la presidente de la CNDH se mostró fallida de cabo a rabo. Los nobles propósitos de la Comisión no fueron honrados en forma alguna. Por el contrario, en lugar que la CNDH fuese un organismo autónomo que vigilara los abusos de la autoridad del Estado en contra de los ciudadanos, el organismo procuró encontrar justificación a la injusticia. No se trató de una falta de vocación: la ineptitud de Rosario Piedra quedó claramente demostrada.
Al finalizar su ejercicio de tan dudosa estirpe, la señora Piedra Ibarra volvió a ser metida con calzador a la terna de posibles sucesoras al puesto, que por ley debía ser electa por el Senado de la República, por la tan llevada y traída mayoría de dos tercios del quorum. La terna fue integrada por aspirantes que debieron ser sometidos a evaluaciones de calidad y capacidad. La peor evaluada de todas fue Rosario Piedra Ibarra. A todas luces, los senadores de Morena y sus rémoras, que constituyen esa mayoría, recibieron instrucción de su pastor, Adán López, de sacar adelante la designación.
Una de las características del movimiento en el poder es su falta de respeto a la inteligencia y a la dignidad de los ciudadanos que gobierna, con el agravante del cinismo que esgrime justificando sus atropellos. Así, la señora presidente puede decir: fue una decisión del poder legislativo, que El Pueblo eligió. Desde luego que tiene razón. Morena y sus títeres lograron una mayoría en las urnas, nadie lo niega. Otros farsantes y tramposos se encargaron de manejar la matemática para conseguir la sobre representación.
Dos de Junio no se olvida.
Pero hay un agravante. El atentado contra la CNDH, que tiene como objetivo someter aún más al organismo y subrayar su obediencia a Palacio Nacional, es solamente una de las piezas del siniestro engranaje para desmantelar todas las instituciones autónomas, independientes, para conformar nuevamente la Presidencia imperial que habíamos soñado que estábamos dejando en el pasado.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (mientras son peras o son sámaras, fruto de agradable vista, pero vano, del mismo olmo): Uno, viviendo la realidad de nuestro país, tiene que aceptar que el goce del poder no conozca límites a sus excesos. Podría por lo menos mostrar cierto decoro. El gobernador de Sinaloa cedió a la presión del crimen organizado que le exigió cancelar la Feria Ganadera y la enrome cantina llamada Palenque que suele acompañar a ese tipo de eventos. El secretario de Seguridad Garcái Harfuch, mal informado, dijo que la Feria se realizaría. Lo mismo dijo su jefa. Alguna autoridad mayor recidio que no hay feria, ni palenque,, ni seguridad, ni decoro. Ni vergüenza.