“Las coherencias tontas son la obsesión de las mentes ruines”
Emerson
A ver si así nos entendemos: en el 2023 se lidiaron y mataron en plazas de toros en México un total de 2 mil 298 reses, es decir, poco menos de 6.3 animales por día. ¿Le parece mucho?
En el mismo periodo fueron asesinadas en nuestro país 30 mil 523 personas, lo que significa que diariamente perecieron en hechos violentos un promedio de 83.62 personas. ¿Le parece poco?
Visto lo anterior cuestiono: ¿en dónde debería centrarse la atención de nuestras autoridades?
Siguiendo la tendencia animalista, pero más que ello, la de actuar haciendo lo “políticamente correcto”, ahora resulta que nuestros diputados andan discutiendo si prohíben todo lo relacionado con la sangre en los espectáculos taurinos, es decir, la pica, las banderillas y la muerte en el ruedo, para dar paso a una versión “light” como la que se realiza en Portugal y en algunos lugares de los Estados Unidos.
O sea, no nos importa ver la sangre en el box, el full-contact o la lucha libre, después de todo son dos humanos matándose entre ellos, pero nos escandalizamos cuando vemos la sangre de un animal, específicamente de un toro que ha sido criado para ser lidiado y muerto en una plaza de toros.
¿Es en serio?
Hemos llegado a normalizar la cantidad de ejecuciones, asesinatos y atentados que se dan día con día. Nos llama la tención un ataque armado en un bar en donde muere un montón de clientes, pero a la media hora dejamos de lado eso como si fuese algo común y seguimos la vida.
Me niego rotundamente a aceptar modificar la forma en que se realizan los festejos taurinos porque considero que se trata de una incongruencia de una sociedad hipócrita que prefiere voltear la vista para no aceptar su realidad.
Me niego porque estoy en contra de prohibir y porque no deseo aceptar el que nadie me imponga mis gustos, pasiones, aficiones o deseos, siempre y cuando estos sean dentro del marco de lo legal y lo natural.
La vida sería más sencilla si esos que hoy se manifiestan en contra de las corridas de toros viviesen de una manera más congruente y sobre todo más empática. Si piden respeto primero tienen que darlo y así, deberían entender que nadie les obliga a entrar a una plaza de toros y que es necesario que entiendan que existen otros seres a los que les gusta ese espectáculo y deberían aceptarlo sin condiciones.
No son los toros por los toros, es una postura de principios la que defiendo y sobre ella me sostendré.