3 “Hay que dejarle una salida a un ejército rodeado. Muéstrales una manera de salvar la vida para que no estén dispuestos a luchar hasta la muerte…”, dijo Sun Tzu. Ilustró eso con la naturaleza: a un animal acorralado no le importa morir, quiere matar o herir a quienes lo matan. Espero que Putin haya leído y comprendido esto. El Maestro Sun ha sido aparentemente rebasado por el desarrollo de armas cada vez más sofisticadas, y por la exacerbación de estrategias heterodoxas: la presión económica, las “fake news”, la horticultura colonialista de la traición, la estridencia vesánica libertaria, etc. Aun así, en lo básico, su Arte de la Guerra es muy útil si hacen las analogías correctas. Cuando el general Von Clausewitz desarrolló el tema en su “Vom Kriege” (“Sobre la Guerra”), fue más allá. Asume que la guerra es una forma de sojuzgar, de imponer una voluntad y destruir otra; si bien despeja de esta ecuación a la inteligencia bélica por encima del salvajismo primitivo, admite que hay odio en el agresor y eventualmente lo habrá en el agredido. Más “recientemente” (siglo XX), el capitán Sir Basil H. Liddell Hart, escribió su “Strategy”, donde repasa la Estrategia desde la antigüedad hasta la Segunda Guerra Mundial. Su revisión de la guerra moderna y la relación de los liderazgos políticos con los militares, sobre todo en regímenes democráticos, podría también estar rebasada, ahora por las grandes potencias económicas que no necesariamente son nacionales, sí son inteligentes, y no odian, sólo siembran odio.
2 Confieso que estoy asustado. Releí, o más bien, desojé algunas páginas de estos tres estrategas poco después de que Rusia descargó las ojivas convencionales de un misil “Oréshnik” (Avellano) sobre la ciudad ucraniana de Dnipropetrovsk, específicamente en una presunta fábrica de misiles. La precisión del ataque debió sacudir a Zelenski y a la OTAN en pleno. Hay que considerar que la fábrica data de la época soviética, y este tipo de instalaciones estratégicas debieron diseñarse para superar a los edificios militares masivos que Alemania instaló a lo largo de la costa norte de Europa. Aquellas eran moles de cemento y hierro que desafiaron eficientemente a cualquier bombardeo, y algunas todavía existen. Con este antecedente, todos los países belicistas intentaron prevenirse. Así Rusia desarrolló el “Oréshnik”, un verdadero monstruo. Consta de seis cabezas con seis municiones cada una y es capaz de alcanzar velocidad hipersónica. Puede insertar cargas bajo tierra y blindajes estructurales y hacerlas estallar; ni la explosión sería visible. Ucrania no puede detenerlo. Otros países más “avanzados” podrían interceptar el misil, pero con pocas probabilidades. “Occidente” (léase Estados Unidos, Francia e Inglaterra, principalmente), ¿posee este tipo de misiles hipersónicos? Pues desde que Trump cambió las reglas liberando la prohibición de misiles avanzados, parece que, por ahora, sólo Rusia aprovechó la coyuntura y modificó otros modelos para crear el “Avellano”. Estados Unidos, presuntamente, ya desarrolla misiles hipersónicos. Pero esto no importa. En esta partida de cartas, Vladimir Putin seguramente sólo mostró una, no toda su baza.
1 Un analista militar gringo publicó en redes, que para destruir una base militar estadounidense emplazada en algún país, y son muchas, se necesitan dos ataques consecutivos y un poco más de cien misiles, de los normales. Afirmó que con el “Oréshnik”, sólo se necesitan cinco misiles con carga convencional. Y no hablemos del alcance, porque a estas alturas, ya hasta los cohetones de las peregrinaciones me estremecen. Estados Unidos ha surtido al orate de Zelenski con sus misiles “ATACMS”, el Reino Unido también le facilitó sus “Storm Shadow”, superiores a los gringos. Con estos juguetitos, además de la incursión ucraniana en Kursk, Zelenzki violó a la “Rossíya-Mátushka”, la Madre Rusia, y alborotó más el avispero. Es obvio que Estados Unidos, encabezando a sus aliados de la OTAN, ya está en guerra con Rusia, una guerra no declarada. Por ahora la respuesta de Putin ha sido mesurada pero amenazante. Tuvo incluso la “cortesía” de avisar a Estados Unidos antes de lanzar su misil. ¡Claro! Como el “Avellano” puede portar ojivas nucleares, debió advertir que no las llevaba o se desataría una conflagración de proporciones gigantescas. De paso, así sugiere que no hay nada que le impida usarlas si se le da la gana. ¡Gracias de nada, Trump!
0 Se habla mucho de que estamos en la antesala de una tercera guerra mundial. En efecto, si la capacidad del nuevo misil es como suponen, con suficientes “Avellanos”, Rusia puede pulverizar todas las bases de la OTAN en Europa en un parpadeo. Estados Unidos no se quedaría con los brazos cruzados, ni los miembros de la OTAN. La Eurocámara ya parece apostar por la guerra. Sin embargo, el tablero de este ajedrez macabro es toda Europa, donde hay millones de personas, incluyendo a la mayoría de los ciudadanos ucranianos, que exigen parar esa guerra, según Gallup. Pero no se considera su opinión, y en cambio se les impondrá un odio por decreto, un odio que no es suyo y un riesgo mortal que no buscaron. Una guerra también de mandatarios contra los ciudadanos que los eligieron; otra estrategia, ningún patriotismo. Todo por el interés de Estados Unidos de seguir expandiendo su influencia. Por ahora, cada base de la OTAN es un potencial objetivo ruso; y eventualmente podrían serlo las bases estadounidenses en y fuera de Estados Unidos. En este escenario ya cambié mi crema de avellana por manteca de cacahuate, por si las explosivas dudas. Es muy inquietante que Europa, ni siquiera Ucrania, es apenas un primer escenario de esta guerra. Además, Rusia está más cerca de Norteamérica de lo que imaginamos. El “avellano” no es intercontinental, pero tiene la gracia de poder ser lanzado desde bases móviles terrestres. De hecho Rusia ya está a un paso de Estados Unidos, en Alaska; pero con el “Oréshnik” podría estar todavía más cerca. Von Clausewitz escribió: “si hemos de obligar por medio de la acción militar al oponente a cumplir con nuestra voluntad, tenemos o bien que desarmarlo de hecho, o bien colocarlo en tal posición que se sienta amenazado por la posibilidad de que lo logremos”. Espero que esta última sea la estrategia de Putin; si no, ya valimos queso. Porque no se trata sólo de destruir las armas de Ucrania, sino impedir que otros países le rearmen o, eventualmente, se sumen a su invectiva contra Rusia. Y para esto no basta mostrar superioridad en armamento, se requiere además de diplomacia, esa otra guerra de buró.
Ceterum censeo… No se debe impedir que el aburrido de Guadalupe Acosta Naranjo funde un nuevo partido con el lastimero “Frente Cívico Nacional”. Está en todo su derecho de hacerlo. La lista de personajes de ese “frente” que ha dado la espalda a la democracia es bastante ilustrativa. Se especula muy razonablemente que Claudio X. González está detrás de estas “asociaciones civiles”. Claro que si se constituyen como partido, estarán en el brete de transparentar su financiamiento. Ahí no hay “secrecía” que valga. Pueden pedir asesoría a Margarita Zavala, aunque con sus antecedentes en una aventura similar, no se los recomendaría. Si fueran más prácticos, en lugar de formar un partido, deberían pedirle un rinconcito a MC. Pero allá ellos. Incluso, y ya encarrilados, podrían empoderarse asimilando al “Tío Richie”, y erigirse en frente “libertario”. Total, no hay mucha diferencia. Pero, insisto, dejen que Lupe se arroje al abismo electoral envuelto en la bandera de la “oposición”. Al cabo la “oposición” está igual de desmejorada y extraviada. Y siempre podrán ir en coalición con el PAN, y así engordar un poco su famélico padrón. Con el PRI no, porque “Alito” Moreno parece querer resucitar el pasado izquierdista del PRI desde Uruguay; pero no podrá reivindicarse ni repintar el logotipo del partido ronroneando en el rancho de Pepe Mújica. Vale pues que el “Frente” se enfrente al elector desde su propio instituto político… No sé si lo dijo el Maestro Sun, o Von Clausewitz, o el capitán Liddell Hart, pero es una regla de oro: no interrumpas a tu adversario cuando ves que está a punto de meter la pata.