“Anunciad con cien lenguas el mensaje agradable;
pero dejad que las malas noticias se revelen por sí solas”
William Shakespeare
Desde hace algunos meses algo extraño sucede en Monterrey, ante la vista de todos y pareciera que no nos damos cuenta.
De la nada se ha incrementado la aparición de alcantarillas reventadas o fugas de drenaje en las calles llenando de mal olor y aguas nauseabundas diversos sectores de la metrópoli.
No son una, ni dos, ni tres, son decenas y decenas de lugares en los que está ocurriendo al mismo tiempo.
A la par, desde hace rato también y sin que necesariamente se presente una fuga, al pasar por una rejilla o un desagüe, son perceptibles los aromas fétidos y cada vez con más fuerza.
Ojalá me equivoque y mis ideas sean un error, pero sinceramente pienso que no es necesario ser brujo, ni adivino, para darse cuenta de que el drenaje sanitario de nuestra mancha urbana está a punto de explotar y con ello inundarnos de mierda.
Tema discutido por largo tiempo, problema añejo porque el drenaje es de esas obras que no se ven y por tanto en las que menos invierten los gobiernos, pero el crecimiento poblacional no perdona y no podemos meterle 2 litros a una tubería a la que sólo le cabe uno y así lo han hecho.
No me lo crea, pero estamos al borde de un colapso monumental que no implicará únicamente el manejo del drenaje sanitario metropolitano (un problema de por sí bastante serio), sino que conllevará necesariamente graves consecuencias en materia de salud pública.
Si antes nos preocupábamos por la falta de agua, hoy debemos centrar nuestra atención en la forma en que nos deshacemos y tratamos todas las aguas que salen de aguas, negocios y empresas en la mancha urbana. ¿Realmente tiene el Gobierno la capacidad instalada para atender la demanda?
Porque en el recibo aparece mes a mes la cuota de drenaje, pero en las calles se aprecian, día con día, más y más problemas.
No es normal y estamos fallando cuando al pasar por un crucero el aire se enrarece y el olor a caca inunda el ambiente.
No es normal que se estén reventando tantas alcantarillas y que circulen por doquier aguas negras en nuestras calles, perjudicando además pavimentos.
Mucho tiene que explicar Juan Ignacio Barragán, pero más tiene que hacer si no quiere que la bomba le reviente y nos inundemos de mierda cualquier día de estos.
La alerta tal vez va tarde, pero la solución tiene que darse de inmediato y, por piedad, no culpen a los usuarios de su ineficiencia e ineficacia, busquen soluciones prácticas y rápidas a lo que puede convertirse en un caos para nuestra ciudad.