miércoles, enero 1, 2025
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2024, Quia Pulvis Es…

En las cenizas del 2024 se esconden los rescoldos del siguiente incendio. Aunque aportará su granito de arena, la insania mental de los festivos “truena-cuetes” mexicanos no causará la mayor conflagración. Son flatulencias en comparación con los cohetes reales que estallan en Ucrania, Rusia y Medio Oriente. Incluso son minucias contra la intensa actividad de los atomizados cárteles nacionales e importados. Es más estruendoso y nocivo el discurso reiterado del inminente mandatario estadounidense, clown que rivaliza con Zelenski en histrionismo, y con Brozo en infamia. En el mero día de los Inocentes, repasaba unas cuantas notas y creo que no son hechos aislados sino consecutivos. Sí, sueno a paranoico, pero estoy convencido que el paranoico siempre tiene razón sobre la amenaza, en lo que falla es al identificar su origen. Escucho, por ejemplo, a un comentarista, opinólogo, este sí con prosapia periodística, asumiendo que una tarea importante de la presidenta Claudia Sheinbaum será calmar los ímpetus colonialistas de Donald Trump respecto a México. Pero calmar no es domar. Trump es un estafador, lo que hay detrás de Trump es la verdadera amenaza. Ni siquiera su agresividad contra China es tan real, si consideramos que su próximo gobierno pretende liberar a los grandes capitalistas, Elon Musk por ejemplo, para poder invertir en China. También con dedicatoria a Musk y a los magnates gringos, Trump matiza su discurso antiinmigrante privilegiando el ingreso sólo a profesionistas calificados que, lo siento, pero no pizcarán tomates en los campos agrícolas. Un claro ejemplo de para quiénes va a operar el gobierno trumpista. El cómo va a operar es lo inquietante. Estados Unidos ha mantenido por décadas una hegemonía mundial impuesta por la insidia o las armas. No tolera competencia. Ahora mismo, por ejemplo, presiona a la Unión Europea para que pague la guerra gringa contra Rusia en el campo de batalla que preparó pacientemente durante años: Ucrania. En América, la “invitación” de Trump a Canadá y México para sumarse como estados es un buscapiés, una estrategia de jugador de póker para crear un blindaje imaginario al territorio de Estados Unidos, con el beneficio adicional de la explotación de los recursos de ambos países. Su interés por anexionarse Groenlandia es otro indicador. Trump sueña con usar Groenlandia como emplazamiento militar que, en la defensa, prefigura su preparación de una política militar agresiva. La pretensión de Trump de apropiarse del Canal de Panamá es una amenaza de despojo, de un robo descarado que, además del usufructo de la zona, crearía otro punto de enlace en las bases militares gringas, sumadas a las que recién le ha regalado el presidente gringo del Ecuador. La tendencia es obvia, reivindicar por la fuerza a la verdadera Doctrina Monroe: América para los Estados Unidos.

Me parece interesante que durante el gobierno de don Andrés, aunque nunca cesó la violencia de los cárteles mexicanos, no fue tan mediáticamente potente como en el inicio del gobierno de la doctora Sheinbaum. El anuncio de que Trump declarará “terroristas” a los cárteles de narcotraficantes, es una clara amenaza contra México. Cualquier mexicano esperaría que a los narcotraficantes mexicanos les hirviera la sangre ante lo que es casi una promesa de invasión, después de todo también son mexicanos y dan el “grito” el 15 de septiembre. Pero no. Parece que les dieron cuerda y multiplican su violencia. Es como si quisieran demostrar que Trump tiene razón. Una versión un poco más tenebrosa del “nado sincronizado” mediático, tan común en México. En la rancia comentocracia, cada vez más rancia, no han faltado quienes justifiquen la declaratoria de Trump y hasta exalten las bondades de una intervención militar en México que, en vista de la atomización de los cárteles, tendría que ser una invasión masiva. Se necesita ser muy estúpido para suponer que Estados Unidos se limitaría sólo a los cárteles. Es obvio que impondría por la fuerza gobiernos a modo y usaría la misma violencia contra cualquier indicio de oposición a los intereses de Estados Unidos, es su “modus operandi”. A menos que sean cómplices, no veo que los “sesudos” analistas intenten comprender el contrasentido de Trump sobre los cárteles. Es innegable que Estados Unidos es el principal cliente del narcotráfico. Está claro que desde Estados Unidos se arma a los cárteles para que pueden mantener y ampliar sus zonas de influencia, y que, de esta manera, pueda asegurarse el flujo de droga hacia Estados Unidos. Luego, la causa de que existan y operen los cárteles mexicanos está en ¡Estados Unidos! Eso sin contar la “sospecha” de que Estados Unidos fomenta ese tipo de organizaciones criminales para desestabilizar, controlar e imponer gobiernos. La captura de Ismael Zambada y Joaquín Guzmán López exhibe que hay una relación muy cercana entre Estados Unidos y los cárteles mexicanos. Entonces, el terrorismo real está en otra parte, no en México. Un terrorismo más nocivo, y no sólo contra México. Más peligroso ahora que Trump perfila al feroz militarista Marco Rubio como secretario de estado y a otros “war dogs” para su gabinete, una espeluznante galería de terror. Un gabinete bastante sionista, por cierto.

El conflicto orquestado por Estados Unidos en Ucrania, por desgracia, no es singular. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha estado obsesionado en superar y, de ser posible, aplastar a Rusia. Aquella “crisis de los misiles” de los años 60 no la inició la Unión Soviética, la inició Estados Unidos al instalar sus misiles nucleares en Italia y Turquía en 1958-59, a tiro de piedra de los países del soviético “Pacto de Varsovia”, (los misiles rusos llegaron a Cuba en 1962). No es casual que en la formación de la Unión Soviética, Ucrania haya sido uno de los cuatro países originales. Desde los eslavos nativos y la colonización de los varegos (vikingos) en las rutas comerciales hacia Constantinopla, el origen de Rusia tiene qué ver mucho con la Rus de Kiev y la República de Novgorod. La dinastía Ruríkida gobernó Rusia durante más de siete siglos, y se originó en los principados de Kiev y Moscú; los Romanov gobernaron apenas siglo y medio. Esto no significa que Ucrania pertenezca a Rusia, sino que es ridículo hacer distinciones étnicas entre ucranianos y rusos. La influencia polaca puede descartarse, porque durante la Segunda Guerra Mundial, los nacionalistas ucranianos pronazis exterminaron por igual a polacos puros y mestizos, y, por supuesto, a judíos. Esos genocidas son hoy aclamados en Ucrania como Héroes de la Patria… lo que debe complacer mucho a Netanyahu (Nota: en México todavía no perdonamos a Porfirio Díaz Mori, a pesar de que él sí fue un héroe durante la Intervención Francesa y guerra de Reforma). Con estos antecedentes, se comprende mejor el separatismo de los “oblasts” (provincias) del este de Ucrania, ucranianos de habla rusa, discriminados, hostigados y asesinados por milicianos de ultraderecha, con la complacencia de Kiev. Putin no podía desaprovechar esta oferta estratégica apoyando el separatismo. A Estados Unidos y su juguetito militar, la OTAN, poco les importa las fricciones étnicas. De hecho, a estas alturas, el ejército ucraniano está diezmado y convoca a mercenarios multiétnicos, mercenarios bien documentados. Así que sorprenden las quejas de Kiev por la precariamente demostrada participación de tropas norcoreanas en la defensa de Kursk (sí, Kursk, oblast de Rusia… también Ucrania invadió Rusia). El gobierno de Zelenski ha ordenado la leva forzada de ciudadanos; es una condena a muerte, por su nulo entrenamiento militar en una guerra tan tecnológicamente sofisticada. Ni así se forma un ejército potente, puesto que muchos ucranianos ya han huido del país. No es una guerra de los ucranianos, es una guerra de Estados Unidos contra Rusia y la terquedad de instalar bases militares “defensivos” de la OTAN, que son básicamente ofensivas, casi en las goteras del Kremlin. Una verdadera necedad ante la superioridad militar mostrada por Rusia contra las más sofisticadas armas occidentales. De paso, Estados Unidos no sólo causa la carnicería en la población ucraniana, además empuja a la ruina económica a toda la Unión Europea… sus ¿aliados o víctimas?

El año 2024 ya es mero polvo. Ser depresivo y estar frente a un panorama mundial tan deprimente no es agradable. No hay ansiolítico que funcione. Me entristece y a la vez me indigna que haya mexicanos que no sólo aceptan, además promueven la injerencia estadounidense en asuntos domésticos. Todo por oponerse a una democracia que no les favorece. También hay mucha cobardía al justificar una invasión cuando se saben incapaces de rebelarse abiertamente contra el gobierno legal y legítimo; nunca abandonarían sus cómodas oficinas por una selva lacandona, por ejemplo. Es verdad que nuestra democracia no es perfecta, pero por lo menos es una democracia directa, no maquillada y colateral como la gringa. También es verdad que la democracia en todo el mundo está en crisis, tal vez porque cuando el neoliberalismo se impuso en los gobiernos deslegitimó su representatividad popular a favor de una minoría oligárquica. Basta ver el estado de la democracia en Estados Unidos, que será gobernado por un merolico populista y dictador en ciernes. Una economía devastada por quienes no quieren hacer grande a su país sino a sus fortunas aunque así arruinen más al mundo entero.

POST DATA: Entre las explosivas imágenes que se difunden sobre la guerra en Ucrania y Rusia, destacan las recopiladas por los drones “kamikazes” de uno y otro bando. No son drones “IA”, sino guiados manualmente por un operador, como un videogame. Cada video muestra la trayectoria del dron hasta un segundo antes de estallar en el objetivo. El operador puede elegir el momento y el ángulo del impacto. En uno de esos videos, en un pueblo notoriamente devastado, el dron ruso sigue su trayectoria hacia una unidad ucraniana de transporte de municiones, ya inmovilizada. En eso, una señora sale de un ruinoso edificio cercano cargando una bolsa y se acerca al vehículo. La señora nota el dron, pero avanza. El operador detiene al dron y registra los movimientos de la señora que llega junto al vehículo y deposita la bolsa en un contenedor de basura, luego regresa al edificio. El dron espera a que la señora se aleje y, entonces sí, ataca su objetivo. Se pueden hacer muchas reflexiones alrededor de esto…, que el germen de la paz es inherente a la naturaleza humana, por ejemplo. O que el respeto al derecho ajeno a poner la basura en su lugar y no en un gobierno democrático, es la paz.

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