Me cuesta trabajo y causa harta pena ver que las deleznables y rastreras prácticas de rendir pleitesía al gran tlatoani, en este caso a la máxima sacerdotisa, siguen tan rastreras como abyectas. Si tuviera que asistir el perdón por ser de esa bolsa donde se alimentan por haber sido “herrados” con el fierro de propiedad por el dueño del ganado, sería solo para los del Partido Morena, incluyendo a los acomodaticios y chaqueteros que habiendo nacido en otro hato ganadero, por conveniencia se cambiaron, como cambiarse de calzones como Waldo Fernández del que tenía una buena impresión desde que asistí invitado por mi brother Obed Campos a su informe como legislador en el teatro de la UDEM hace algunos ayeres.
El ahora senador por el partido oficial nació políticamente en el desaparecido PRD, emigrando luego al organigrama de las lapas del Partido Verde Ecologista S.A. porque eso son, un negocio familiar de colocaciones para cambiarse de camiseta a Morena sin ningún desparpajo, principio de rubor ni apenarse por ser ahorita, lo que más conviene y Waldo que está acostumbrado a vivir en la opulencia familiar de donde se le patrocinó su extrovertida carrera, no pensó dos veces “contratarse” con el equipo moreno como suelen hacerlo los deportistas, cambando de camiseta, hoy soy Rayado, mañana, Tigre
No existe doctrina, dogma ni principios morales, de la moda, lo que se acomoda y su espíritu es una vela que se mueve caprichosamente para donde sople el viento. Lo hemos platicado algunas veces, Waldo se acuesta con diosito y se levanta con Mefistófeles, su tirada es ser gobernador, lo demás no tiene importancia
Judith Díaz es una buena comparsa, le tocó estar en el momento adecuado en el lugar privilegiado, jamás soñó con la gloria y se la regalaron en un boleto de una rifa de la ilusión siendo la croupier del Bienestar en el maso en la mano partía y repartía el dinero a destajo
El que no tiene vergüenza porque no la conoce es Samuel el mentiroso, traicionando todo principio de honestidad y de congruencia, como los huele-bailes, se presentó al jolgorio alegando ser amigo de un vecino pariente de la novia y después de escuchar calladito y sin chistar se tomó la foto del que cualquier otro miembro con dos centímetros de decencia del partido naranja se hubiera escondido antes de avalar con su presencia y su sonrisa la catarata de promesas y continuidad en las tierras de nunca jamás, otra vez haciéndole creer que es el consentido de la profesora para que le pongan diez y estrellita en la frente
Lo cortés no quita lo educado, pero por congruencia debería tener algo de ecuanimidad y decencia, algo que Samuel desconoce.
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