“El fuero para el gran ladrón, la cárcel para el que roba un pan”
Pablo Neruda
Trato de encontrarle lógica al recibo que llegó ayer a casa por parte de Agua y Drenaje y la verdad es que no entiendo cómo o por qué se dieron incrementos descomunales en los montos. Pienso de inmediato en la gente pobre, esa que hoy paga 10 centavos más en cada viaje de camión y no me imagino cómo podrán liquidar su recibo del agua.
No soy de quejarme y mucho menos de ir a perder el tiempo con un burócrata (nunca mejor empleado el término en forma peyorativa) que nada te resuelve y que te hace perder horas de tu tiempo; por lo regular acepto callado el monto, lo pago y me quito de problemas.
Pero resulta que la señora que me da asistencia en su casa y que dice además que es mi esposa, ayer puso el grito en el cielo, y es que de un mes para otro el recibo de Agua y Drenaje subió un 237 por ciento. ¿Cómo, cuándo, a qué horas, aprobó el Consejo de la paraestatal este aumento?
Voy de acuerdo en que incrementé el consumo en un 56 por ciento según lo que ellos dicen ahora con su nuevo medidor (antes me cobraban al tanteo), ¿pero subir tanto el precio? 56 no es igual a 237.
Cuando escuché el grito hipohuracanado de la patrona pensé que le habían puesto el dichoso cobro del “Expediente”, pero no es así. La mera verdad no me trago el cuento chino de Juan Ignacio Barragán de que les están cobrando a los usuarios las reparaciones que ellos reportaron a Agua y Drenaje afuera de sus domicilios… esa es la red de distribución y ese cargo ya viene en el recibo, ¿de dónde saca que los clientes tienen que pagar por ello?
O sea, después de que su red falla y de que les avisas que tienen un problema (no lo haces por buena persona, sino porque aquello huele a diablos), ¿resulta que el andarles informando y pidiendo que vengan a arreglar su desmadre tienes que pagarlo tu?
En términos reales, Barragán le subió a mi recibo el 146 por ciento al precio por el consumo de agua. ¿Cómo por qué?
Pero no conforme con eso, el arquitecto tuvo la ocurrencia de incrementar en un 257 por ciento la cuota de drenaje y en un 255% la cuota de saneamiento. Y me sigo preguntando, ¿a qué horas y quién le autorizó subir así las tarifas?
Y que no salga con la mamarrachada de que “no estaba enterado”, porque si no sabe lo que ocurre en la dependencia a su cargo debería renunciar; es el titular y por tanto tiene una responsabilidad por lo que hacen y dejan de hacer todos y cada uno de los empleados de esa empresa.
Igual que yo, somos miles los clientes cautivos que abnegada y calladamente pagamos sin chistar ni cuestionar, pero todo tiene un límite y esta vez Barragán se pasó tres pueblos, como dicen en España.
Más allá de las cuentas y necesidades que tenga Agua y Drenaje, alguien debería avisarle a Juan Ignacio Barragán que no se manda solo, que no puede subir las tarifas a su antojo y que debería recordar que la misión fundamental de esa dependencia es la de proveer de un servicio vital para los seres humanos y que ante todo, debería contar con una política de responsabilidad y sentido social, antes de simplemente incrementar los precios por sus pantalones, por muy de marca que sean.