Y tuvimos en Rancholeón nuestra «Marcha por la vida», encabezada por los grupos profeto regionales. Una asistencia mínima tomando en cuenta el número de habitantes que profesan alguna fe en nuestro estado y que están correlacionados a este tipo de ideas y movimientos. Apenas poco menos de mil personas se dieron cita, contando a los niños que fueron llevados por sus padres para hacer bulto. Lo que me sorprendió de sobremanera fue ver entre los asistentes a algunos rostros conocidos que me consta, llevan una doble vida: en su casa son los padres fieles y amorosos pero en la calle tienen sus deslices y amantes de planta. Al ver eso no supe que me causaba más repulsión: la marcha antiderechos o la hipocresía de estas personas.
Por obvias razones omito los nombres de mis conocidos, porque no me sentiría capaz de destruir sus familias solamente por escribir unas palabras. Pero me resulta indignante ver que promuevan una bandera que les prohíbe a las mujeres la defensa por la autonomía de su cuerpo mientras proclaman que lo hacen por el bien de la familia. Y es cuando me pregunto: ¿hacerle bien a tu familia es vivir bajo una doble moral donde engañas a tu esposa? ¿Por qué abusas del autoritarismo que te da la religión para escudarte y decir que tienes la suficiente calidad moral para señalar a las mujeres que deciden tener un aborto? Porque sepa usted que esta marcha no es casualidad, tanto su caminata como la presentación de Agustín Laje el viernes pasado en nuestra ciudad son una respuesta a la movilización anual que los colectivos feministas realizan cada año el 28 de Septiembre para exigir el acceso a un aborto legal, seguro y gratuito.
Todos tenemos derecho a manifestarnos, es obvio y protegido por la Constitución. Pero hay un pequeño detalle: manifestarnos para violentar los derechos de otros se convierte en agresión. No es lo mismo marchar por pedir que se actúe para una mayor seguridad, para que puedas salir a la calle a disfrutar una vida sin violencia, a que salgas a vociferar que las niñas que son violadas deben por obligación dar a luz y cargar nueve meses con el producto del delito consumado en ellas. Y si usted me refuta que la ley ya contempla esa causal para acceder a un aborto, vaya a darse una vuelta por la propaganda de estos grupos que enaltecen a la niña o mujer que decide tener a los hijos del hombre que las mancilló. En su afán de demostrar que el aborto no debe tener cabida en ninguna situación, romantizan el peor castigo que una mujer puede tener cuando es abusada sexualmente: tener a ese hijo que le recuerda la agresión a cada momento.
Al mismo tiempo, el día de ayer diversas activistas feministas como Ely García y Sandra Carmona, se dieron cita en el Café Ámbar, presentando una obra sobre el tema del aborto. La puesta en escena ya había sido presentada anteriormente y ha tenido éxito y logrado el objetivo cometido: concientizar sobre el derecho que cada una tenemos sobre nuestro cuerpo. «Mi cuerpo, ¿nuestra decisión»?, aborda perfectamente el tema de la autonomía del cuerpo gestante y el derecho que tenemos para decidir la maternidad en el momento deseado. Y la verdad es que tipo de presentaciones nos hace falta replicarlas en todos los lugares posibles. No necesitamos más pancartas llenas de mensajes que decidan sobre el cuerpo de las demás mujeres y que las juzguen y condenen. Necesitamos más educación sexual e información sobre sus derechos y opciones. Felicidades los colectivos «Red Necesito Abortar» y «Magdalenas» que están haciendo los cambios desde sus trincheras.
