Para nadie es secreto que estamos viviendo tiempos de cambio en muchos aspecto, dominados por la globalización y por avances tecnológicos que están cambiando la forma en la que trabajamos, comunicamos y divertimos.
Desde hace tiempo artículos y videos han circulado en redes poniendo ejemplos de este fenómeno. Casos sobran, como Netflix y otras plataformas que terminaron con los videoclubes, Airbnb que amenaza a la industria hotelera, las páginas de reserva de vuelos y hoteles online que han mermado a las agencias de viaje, Google que terminó con las páginas amarillas, Uber retando a los taxistas, Tesla replanteando el futuro de la industria automotriz, Waze que le ganó a los GPS, Smartphones que afectaron a lis estudios de fotografía, Youtube a los canales de televisión, entre otros.
¿Pero apoco estos cambios tan importantes y significativos ya nos convierten en la generación del cambio? Aunque si bien los cambios han sido muchos y afectan en muchos aspectos de nuestras vidas al final no ha habido un rompimiento en el estilo de vida de las personas de manera radical todavía como lo hubo cuando se inventó la imprenta, la electricidad, el tren y la máquina de vapor o con las guerras. En todos estos procesos y descubrimientos las personas cambiaron sus hábitos de consumo, su forma de gobierno, su forma de relacionarse, sus economías cambiaron, se marcó un antes y un después muy claro que no vemos con muchos de los cambios que vivimos hoy en día.
Ya hemos pasado del correo tradicional al email, de las fotos y videos de “rollo” a las digitales, entre otras cosas pero aún tenemos un estilo de vida similar. Pudiéramos hablar de un cambio más fuerte cuando hablamos de las redes sociales que han venido a revolucionar la forma en la que interactuamos y opinamos de distintos temas, empoderando a muchísimas personas y modificando la forma en la que nos relacionamos y vivimos con nuestros padres, parejas, amigos y conocidos. Pero aún así vemos que las sociedades de hoy a las de hace 30 o 40 años seguimos manteniendo la mayoría de los principios en nuestros sistemas económicos y sociales.
Lo mismo pasa con las profesiones, aunque si bien algunas han desaparecido o disminuido en número de egresados por dedicarse a oficios que están en extinción han habido otras que se han creado para sostener y mantener a los sistemas y aparatos de la información y la comunicación.
Considero difícil que alguien pueda asegurar que estamos ante una gran revolución tecnológica porque a su vez podríamos decir que tenemos décadas teniéndola. Pero veo a futuro temas que si pudieran marcar un antes y un después en nuestros estilos de vida como la inteligencia artificial o la integración del humano a las máquinas por medio de una mayor dependencia en ellas en los procesos de producción y hasta del entretenimiento, el reconocimiento facial y los juegos en realidad virtual son ya una realidad, no falta mucho para que demos el salto a la integración de la biología con la tecnología en donde las personas puedan vivir y sentir experiencias en línea y hasta llegar a tener avances médicos gracias a la propia inteligencia artificial y la integración de aparatos en el ser humano, hace 100 años hubiera sido impensable pensar en la existencia de un marcapasos, en unas décadas podremos llegar a hablar de órganos y tejidos sintéticos o clonados.
El autor es consultor senior de centennials en Espora y consejero de la organización juvenil Alianza 2030.
