Cristiano Ronaldo sin querer queriendo impuso moda, cambio el hábito de consumo de muchos aficionados y hasta de jugadores, como un verdadero influencer y no de esos que con sólo 10 mil seguidores ya se creen lo máximo del mundo.
La acción de Cristiano duró sólo dos segundos que le tomó de su tiempo retirar de su vista dos botellas de refresco Coca-Cola y mencionar la palabra «agua». Esa acción que dio la vuelta al mundo, provocó pérdidas a la empresa y generó que varias personas siguieran su ejemplo de comer saludable. Eso es un influencer.
Esa acción la replicaron otros jugadores con otras marcas que forman parte de los patrocinios de la Eurocopa 2020 (atrasada por pandemia) y tal efecto iba en ascenso hasta que apareció la UEFA para ponerse un alto. Los patrocinadores invierten millones en publicidad para convertirlo en capital o compras de sus productos por parte de los consumidores.
Lo que no pensó Cristiano es que su fortuna fue creada por todas esas empresas que forman parte de los patrocinadores ya sea de manera directa o indirecta. También en esa empresa refresquera trabajan miles de personas que mantienen a su familia del sueldo que les pagan. Su acción pudo tener una repercusión mayor a la empresa, que afortunadamente no pasó. Es bueno que el jugador quiera dar un mensaje a los seguidores al futbol de comer de manera saludable, pero hay formas, modos y lugares para hacerlo.
Cristiano quizá ahorita no tiene necesidad de firmar un contrato de marketing con la refresquera y que sin duda no la tendrá en un corto plazo, puede que se haya cerrado una puerta, pero al menos su conciencia está tranquila. Ojalá que su acción haya cambiado la forma de comer de muchos de manera permanente y no sólo en lo que dura esta moda.
Pocos se atreven a hacer un desplante contra una marca global. En México todo es bienvenido, desde la inducir a beber alcohol hasta fomentar la ludopatía, y nadie quien se queje.
