Debo confesar que no recuerdo hace cuántos años me divorcié. Es más, casi puedo jurar que nací divorciada porque el episodio me parece tan lejano y oscuro, que mejor ni recordarlo.
Lo peor o lo mejor, según se vea: nunca tuve en mente volverme a casar, mucho menos a enamorarme.
Un día una amistad que dice ser astróloga, vidente y cosas así, me dijo que en mi otra vida seguro fui hombre, porque soy autosuficiente, mandona, malhumorada y bastante lunática.
Fue entonces cuando entendí por qué no solo no me he vuelto a enamorar: tampoco hay un valiente que se enamore de mí.
Esta confesión la traigo a colación porque según la definición de mi amiga, el carácter entre un hombre y una mujer es radicalmente opuesto, y por lo tanto irreconciliable.
Según su óptica, y usted no me dejará mentir, solo un varón puede ser independiente, malhumorado y mandón. Lunático cualquiera, sin importar el sexo.
En esas reflexiones estaba cuando veo que en la Cámara de Diputados la multinombrada paridad ahora sí se hizo efectiva: 250 hombres y 250 mujeres ocuparán las curules.
Un tema relevante, sin duda, pero como todo tiene sus asegunes, ya que los coordinadores parlamentarios son solo hombres.
En pocas palabras: tantito sí y tantito no.
Lo anterior no demerita en absoluto los espacios tan importantes que van ganando las mujeres en la vida social y política de nuestro país.
Y no solo eso. En la actual legislatura tenemos a dos mujeres trans: Salma Luévano y María Clemente, de la bancada de Morena, único partido que realmente ha mostrado tener una política inclusiva y donde se demuestra con creces que en este bello país cabemos todos.
Particularmente detesto el trillado discurso de que somos iguales, que vamos ganando terreno, que la mujer brilla dentro y fuera de la casa, no porque esté en contra, sino porque soy una convencida que en esta vida caminamos parejo hombres y mujeres, nadie más, nadie menos, siempre en complemento.
Quizá esto último escandalice a mi fallida vidente, pero creo que para avanzar como sociedad debemos jalar parejo y me agrada esa paridad un poco dispar.
Poco a poco se logra.
VIOLENCIA FEMINICIDA
No pasa un día en que no leamos alguna atrocidad cometida contra alguna mujer por parte de su pareja o ex pareja.
Hoy conocimos la historia de Karla, una joven que fue atacada a martillazos por Ernesto, su ex novio.
Karla tenía solo tres meses de haber llegado al puerto jarocho para trabajar en una agencia aduanal. Tiene solo 23 años y se debate entre la vida y la muerte debido a las lesiones en el cráneo que esta bestia le dejó.
Urge legislar a fondo sobre el tema de la violencia feminicida.
Urge también que nosotros desde casa dejemos de solapar el machismo y la indiferencia de algunos hombres a quienes se les da (o cree que se les da) el derecho a maltratar al grado de privar de la vida a una mujer solo porque les da la gana.
¿Cómo queremos hablar de una sociedad justa cuando vemos a diario este tipo de noticias?
Algún remedio debemos encontrar en conjunto con las autoridades, porque de palabrerías estamos hartos.