Muchos podrán decir infinidad de definiciones para explicar que son los seguros, pero la realidad más cruda es que: Un seguro de cualquier tipo es la diferencia entre un SINIESTRO Y UNA TRAGEDIA.
¿Se preguntarán por qué?, lo digo porque un SINIESTRO es todo aquello en lo que podemos vernos envueltos en el correr del día a día como un hecho accidental.
Y una TRAGEDIA es no tener la cobertura de una póliza de seguro que nos evite tener que desembolsar nuestro dinero o en su caso ni siquiera tener lo suficiente para resolver el imprevisto, pudiendo ser todo aquello que nos afecte como puede ser la salud, el coche, la casa, nuestros aparatos eléctricos y electrónicos, la responsabilidad civil por daños a terceros, la planeación financiera en el ahorro para nuestro retiro de la vida laboral, la educación de nuestros hijos, nietos, etc.
Es entonces cuando apreciamos y nos felicitamos por la “gran decisión” que tomamos de haber comprado la póliza de seguro, ya que vemos de primera mano que lo que se pagó por ella incluidos los deducibles, ni siquiera significativo para lo que finalmente se acabaría pagando en caso de no haberlo tenido.
El ejemplo más actual que todos hemos vivido de cerca con “este canijo” COVID- 19 (la enfermedad de nuestro siglo), que ha cobrado tantas vidas y lastimado a tantas familias.
Hay tantos casos de familias aseguradas con éxito y por ellas muchas compañías han pagado sumas millonarias para cubrir los gastos hospitalarios de los pacientes que tuvieron su póliza de Gastos Médicos Mayores al corriente. Las cifras han sido impresionantes llegando a ser indemnizaciones por decenas de millones en los casos más graves.
Otro ejemplo palpable es en los seguros vehiculares, cada año miles de personas tienen con culpa o sin ella percances viales, no se diga cuando llueve, ahí es cuando al chocar o ser chocados damos las gracias al terco vendedor de seguros quién nos insistió en comprar el seguro del automóvil, si porque cuando nos están vendiendo los seguros a muchas personas les cae mal la insistencia en la promotoria de la venta, a veces como vendedores pareciera que el cliente nos estuviera haciendo un favor al comprarnos un seguro…
Los invito a todos a tomar conciencia de nuestra fragilidad humana, ya que los accidentes no se programan, simplemente suceden en el desarrollo de nuestras actividades diarias.
Recuerda es preferible tener el seguro y no necesitarlo a que lo llegues a necesitar de improviso y no lo tengas. Protege a tu familia y tu patrimonio, asegúrate.
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