El año pasado Jorge Bergoglio, Papa Francisco, aparentemente había puesto fin a más de 2000 años de ideologías de odio dentro de la Iglesia católica, la cual atacaba y condenaba sin una razón real al homosexualismo.
Las palabras del pontífice católico que tanta conmoción causaron fueron “»Los homosexuales tienen derecho a estar en una familia. Son hijos de Dios y tienen derecho a una familia. Lo que tenemos que hacer es crear una ley de uniones civiles. Así están cubiertos legalmente. Yo apoyé eso”. Ahora sí se estaba aplicando realmente aquel mandamiento de «amarás a tu prójimo».
Recordemos que eso se dio a conocer gracias al estreno del documental “Francesco”, que fue proyectado en el Festival de Cine de Roma, y que fue dirigido por el cineasta ruso Evgeny Afineevsky.
Para muchos fueron palabras que evocaron una gran sabiduría y humildad, pero sobre todo mostrando una enorme bondad y la certera obediencia al mandamiento del amor que todos los fieles al cristianismo deberían de seguir.
Lamentablemente varios grupos de odio de cristianos y católicos atacaron y «criticaron» al Papa Francisco porque les arrebató uno de sus principales estandartes, el odio a la comunidad LGTB. Incluso dentro del mismo Vaticano hubo quienes repudiaron las palabras de su propio pontífice.
Es más que evidente que quien no conoce realmente los mandamientos de su dogma eran ellos. Esos fanáticos del odio «no son de dios», como dirían esos mismos modernos fariseos.
Seamos francos. El problema principal es toda esa gente que cree que la homosexualidad es una perversión o una enfermedad mental, pues se siguen basando en falsos mitos y creencias erróneas. De hecho el fanatismo religioso sí es una enfermedad mental, y de hecho, como está ampliamente documentado, es peligrosa.
La biología, la neurología y la psiquiatría no mienten, incluso cuando se han llegado a equivocar siempre tienden a rectificar y corregir; mientras que los seguidores de esas ideas de odio defienden y promueven muchas mentiras. Uno de sus principales bulos es del «lobby gay», una falsedad inventada por los líderes de varios grupos de odio para atacar a la comunidad LGBT.
La homosexualidad no es ninguna enfermedad mental, eso ya ha sido refutado desde hace ya varias décadas, la misma biología ha demostrado y corroborado que la homosexualidad se da de forma natural en la vida silvestre, es una conducta normal en cientos de animales silvestres.
Tenemos que recordar que la Biblia no es un libro infalible, de hecho es el libro más manipulado, tergiversado y corrompido de toda la historia humana. Cada líder religioso le ha cambiado palabras e incluso párrafos completos con tal de adecuarla a sus intereses particulares. No es una fuente confiable de datos.
Esas antiguas escrituras las debemos de ver a la luz del conocimiento, las virtudes y valores humanos actuales, no bajo las penumbras de los mitos y antiguas supersticiones. Recordemos, sólo es un libro más hecho de papel, es una cosa sin vida. En cambio, los homosexuales son seres humanos que merecen vivir con respeto y en paz, sin ser acosados o cazados por fanáticos creyentes de ideas falsas de odio.
Si un líder religioso te enseña a odiar a otros, o te ordena odiarlos, no merece ser seguido por nadie, es un agente del odio, un vil terrorista. Su alma vive ya en el infierno mismo de la oscuridad del odio. Si usa su «libro sagrado» para atacar y condenar a otros, sólo merece ser abandonado y olvidado, Esos libros deberían ser utilizados para promover el amor y la paz, pero los corrompen para ser utilizado para el odio y la destrucción. Ellos asesinan la palabra de su dios.
Si un padre desprecia a su hijo por ser gay, o a su hija por ser lesbiana, entonces no merece ser su padre, esos chicos merecen un mejor padre, uno que sí los respete y los cuide; no uno que les inculque ideologías de odio, como las de esos grupos de «familias fuertes» que sólo desean ver la sangre llegar al río.
Si tu religión te enseña a odiar, entonces deja esa religión. Tu alma y tu mente te lo agradecerá.
