Obligado el comentario sobre los desmanes de las damas que no se comportaron como tal el día que celebraban su día y que de paso echaron a perder lo que en un principio parecía ser uno de esos pocos buenos días en que el gobernador Sami Mattel desea con denuedo ya que son infinitamente más los que le ha ido como en feria.
Muchas cosas se han dicho y más se han elucubrado respecto a que si la reacción del novel gobernante no fue la adecuada dejando que llegara la sangre al río ya que una cosa es Juan Domínguez y otra cosa es Fortunato Gutiérrez, para decirlo con pulcritud de la vulgar frase que refiere el conocido refrán.
Las mismas mujeres sintieron pena porque el salvajismo y la cavernícola actuación de incendiar las puertas de palacio, pintar con aerosoles la cantera rosa del inmueble y destrozar los hermosos vitrales, algunos de ellos centenarios, en un arranque desmedido de complejos guardados en su recóndito odio exacerbado y que esa noche, su noche, los liberaron.
Nadie entiende porque el bisoño gobernador careció de coraje, sentido común, enjundia y un par de cojones para ordenarle a Aldo Fasci su comandante en jefe de las policías que un batallón de mujeres policías desarmadas obviamente, haciendo lujo de fuerza necesaria, detuvieran, esposaran y enjaularan a las rijosas para que en la cárcel aguardaran al juez calificador para que solventaran su delito, ya sea con moneda nacional o en su defecto pena corporal amén de ser consignadas y fichadas como revoltosas, escándalo en la vía pública, daño en propiedad ajena y atentado a los monumentos históricos.
Pero ni el secretario de gobierno, ni sus sub-secretarios estuvieron presentes haciendo mutis ente el bochornoso espectáculo porque además como me comentaron un par de ciudadanos, si no tenían información de los actos que iban a realizar malo, si tenían sospecha de que pudiera suceder, peor, imagínense ante situaciones bélicas de magnitudes enormes… los niños y las mujeres primero.
Si a Sami le temblaron las rodillas, por no decirle de manera más grotesca, mínimo no hubiera salido con la monumental tontería de decir que él pagaba todo, aunque después metió reversa, tal vez porque le dijeron lo cuantioso de las pérdidas o le hicieran ver su estupidez por el desconocimiento de que los inmuebles de gobierno están asegurados y se pagan cantidades extraordinarias.
¿Y los particulares, y el Círculo Mercantil Mutualista, quien será el que arregle los daños Samuelito?
¿O vamos a seguir con la payasada de pintar una pared para la fotografía?
¿No te cansas jovencito?
De cualquier manera, repito, el tal Sami quedó como el cohetero, el que jamás queda bien, ya que como quiera le chiflaron por tomar decisiones a destiempo, tal vez porque la ciudadanía aún no se da cuenta que los zapatos de gobernador le han quedado demasiado holgados.
Pero está más ocupado de que los legisladores le den el visto bueno para sacar adelante su Reforma Constitucional porque al estado le urge, ya ve que aseguró, Nuevo León, ya no es el mismo, en un sesudo y profundo análisis que le costó tiempo darse cuenta.
Y la verdad es cierto, el estado… ya no es el mismo.