Se les forza al matrimonio. Como media elemental para salir del hogar. Ninguna hija de casa lo puede hacer por motivación personal o profesional.
Soportar la carrilla en la escuela. Del acoso en los centros de trabajo. En sus trayectos a los centros de diversión.
A la mujer del siglo XXI se le quiere mirar ya no con principios victorianos. Sino con la maldad del oscurantismo religioso. Las atan a la dependencia de un proveedor. Para eso las educan.
De mantener el apellido limpio y lustroso. Sin devaneos sexuales, acometidas de pañoletas verdes o idas a vivir con el novio.
En Nuevo León, Samuel Alejandro García Sepúlveda, gobernador constitucional, ya logró silenciar a los interlocutores sociales. A todos aquellos simpatizantes de la diversidad sexual, contra las construcciones empresariales y hasta para quienes por años dieron la batalla contra el consorcio camionero.
Sin expiación alguna, Samuel negoció con el grupo Monterrey, el ala ultraconservadora y empresarial, católica de fe, la protección de la vida desde el momento de la concepción en su proyecto de Constitución.
El gobernador García, olvida como uno de los estados líderes en embarazados juveniles. Olvida y pasa por alto, la ola internacional, de reconocer el derecho de autodeterminación de la mujer. Nunca el estado ni la nación podrá decidir o castigar. El 8M requiere hacer valer su voz en el Congreso y el Palacio de Cantera. Incluso en la oficina especial de Mariana Rodríguez, la suerte de consorte estatal.