La conquista de la identidad. México y España, 1521-1910 de Alejandro Salafranca
La Corona española silenció la conquista de México en su propaganda bélica, en sus salas de batallas y en sus espacios de Estado. Los monarcas no querían ser recordados como conquistadores de las Indias sino como instrumentos de su evangelización. En contraste, la Nueva España cimentó su compleja identidad reinterpretando y exaltando la conquista. Será hasta el siglo xix que los españoles se vanaglorien de la conquista de México, como parte de su construcción nacional, mientras que en México se imponía la visión contraria, la de víctimas seculares del abuso europeo. La conquista de la identidad estudia las obras de arte, o su ausencia, sobre la conquista de México en ambas orillas del Atlántico y la relación que este hecho crucial de la historia guarda con la construcción de las identidades de cada país.
Cuarto con tina de Hélène Rioux
En este libro, Hélène Rioux escribe fina y quirúrgicamente la historia
más personal e intimista de su álter ego, Éléonore, una traductora literaria a
la que esta vez abre en canal, exponiéndola de una forma explosiva, despedazada
y expulsada, como violentada en sí misma, disparándonos pasajes como esquirlas
aparentemente inofensivas, filosas puntas de la tradición literaria del Je, del
Yo, de Quebec, recogidas y concentradas de forma magistral en una “inocente”
pluma riouxiana por Roberto Rueda Monreal, una colmada de estructuras
estilísticas insólitas que, a pesar de todo, de su enorme rareza, logra develar
igualmente en nuestro idioma la desgarradora belleza de un libre y poderoso
universo femenino que se muestra, de suyo, inasible, estrafalario, caótico,
confuso y disperso, cual ensordecedor grito de protesta, ante la avasalladora,
demoledora y asfixiante visión masculina del mundo. Rioux, pues, no ha escrito
una novela, antes bien, ha esbozado una vital búsqueda, el colosal viaje
interno de un alma aturdida y desangelada, su falta de rumbo, sus patéticos
yerros y su total carencia de certezas. Su poder, en realidad. El portentoso
original que no es sino la fina y quirúrgica traducción que nos obliga a
replantear los símbolos de la orfandad amorosa y de los obscuros abismos de la
pérdida en una enigmática mujer que no busca escapatoria ni consuelo en el
último trago con nadie, que no desea llorar por los mismos dolores, ni desea
brindar otra vez con extraños, si acaso a mansalva desearlos, seguirlos,
seducirlos, si acaso escapar y caminar sin parar hasta dar con un simple y
sencillo cuarto… y si tiene tina, mucho mejor.
Más arriba del Reino. Cuentos completos de Pedro Gómez Valderrama
Pedro Gómez Valderrama fue el primer colombiano publicado en el Mercure
de France, en traducción de Roger Caillois. La revista Mito publicó la primera
edición de su ensayo Muestras del diablo justificadas por Consideración de
brujas y otras gentes engañosas, En el reino de Buzirago y El engañado en el
que el demonio aparece como el arquetipo de la persecución de la libertad. Este
libro, sus cuentos —género en el que es un maestro— y su novela La otra raya
del tigre, que transcurre durante un episodio crucial en el que la historia del
departamento de Santander se confunde con la de toda América Latina, son la
razón de su prestigio como uno de los más importantes escritores
latinoamericanos. Es uno de los pocos colombianos que figuran en la Biblioteca
Ayacucho, la más importe colección de letras latinoamericanas, y el primero que
en ella apareció publicado en vida. La Universidad Nacional de Colombia en
coedición con la de los Andes, EAFIT y la Editorial Panamericana publicaron en
2016 sus cuentos completos con el título de Más arriba del Reino. Esta es la
primera edición mexicana de sus cuentos completos.
Millenial de Carlos Treviño
Signo de los tiempos: ya no hay héroes. Acaso jamás los hubo. Nos queda
el desasosiego: esa sensación táctil, casi olfativa, casi animal, de saberse
acorralados sin posibilidad de escape. O será que el escape no puede ser más
que interior. Huir al interior de uno mismo. Pertrecharse en una habitación sin
puertas ni ventanas, sofocante, mal iluminada desde la pantalla gris de una
lámpara mugrienta. Una habitación decorada –es un decir– con cuadros de flores
y almanaques de santos y perritos. Lo que queda del naufragio, nada menos. ¿Cuál
naufragio? El de uno mismo, claro, el arduo naufragio que uno mismo se
construye con los materiales de una vida. Pero también el naufragio de una
época, la época de las certezas, la de las verdades últimas, arrojada por las
olas contra los acantilados. ¿Dijimos “desasosiego”? Entonces tenemos que
hablar de la poética del desasosiego y de los poemas que alguien se ha empeñado
en escribir desde esa habitación clausurada, de los poemas cuyo tema es el
naufragio de uno mismo y de los otros. Tenemos que hablar de Carlos Treviño
Sierra y del desasosiego que se respira en sus poemas. A los grandes objetos
líricos, a las búsquedas mayores, Treviño Sierra opone las mucho más frecuentes
y no menos visibles búsquedas menores: monedas en el bolsillo, el cuerpo de
alguien más para compartir la culpa y el deseo, un algo que beber y algo parecido
a un techo bajo el cual dormir. El poeta que es Treviño Sierra no bajó del
Sinaí. Es, por el contrario, el camarada sin nombre que te arroja una cuerda y,
una vez a bordo del bote salvavidas, parte en dos su único cigarro y te convida
una mitad. Es el cómplice que siempre estuvo ahí, el que te cuenta su vida como
quien suelta un lastre, sólo para que descubras que su historia es idéntica a
la tuya, y que es tu propia imagen quien te habla desde el fondo del
espejo.