Hola Mariana. Estoy seguro no me conoces. Pero yo a ti sí. Nos topamos afuera del metro en Cuauhtémoc. También por avenida de los leones en Cumbres y también en Garza Sada y Alfonso Reyes, en el distrito Contry, al sur de Monterrey.
Me desquiciaron la paciencia el volanteo de los seguidores de tu marido. La estridencia de su música. La frase naca de arráncate.
Reí como enajenado cuando intentaste pasear en una patineta. El blooper en video de la caía y de cómo Samuel seguía embelesado con las cámaras mientras ibas al piso.
Así es la política pensé. Te quise comparar con Santa Evita Perón. Pero lo siento. Esa mujer libertina y tan acostumbrada a los reflectores, vivía para los descamisados. Mientras tú lo haces para aquellos a quienes llamas chabacanos. Aunque no entiendo mucho esa frase.
Te sigo escribiendo Mariana. Ya libraste el fatídico estadio de la línea de los 27. Sobre tus hombros y con cargo al erario está AMAR.
Me recuerda mucho a Martha Sahagún, la esposa ejemplar de Vicente Fox, quien soñó con el poder transexenal. Solo la avaricia de sus hijos, de sus negocios con Pemex y otras empresas del estado, le impidieron su sueño.
Nuevo León debe ser un trabajo de tiempo completo. Aunque no recibas estipendio, o $i… disculpa no incluir la interrogante, pero mi teclado está en inglés.
Escribo esta columna para decir yo sí creo en tus lágrimas al derrumbar esos edificios viejos y abandonados, para el uso de los niños, niñas y niñes, del estado.
Solo aclárame si lo tuyo es alergia al polvo o al trabajo, o a los lamebotas del DIF. En el Nuevo Nuevo León, tus lágrimas adolescentes, me recuerdan al presidente nacionalista.
Un tal JOLOPO, quien en el último informe de gobierno nacionalizó la banca, lloró como infante y dijo a voz en cuello: defenderé el peso como un perro.
Luego, en los libros de historia, se divorció de su esposa y se fue a vivir con Sasha Montenegro.
Muchas gracias por tu tiempo Mariana.
P.D. ¿también soy un chabacano o ya paso a ser mermelada?