Desde pequeña me ha interesado conocer sobre la historia de mi país, ésto influenciado por mi padre y por la fortuna de haber tenido una buena maestra de historia en la preparatoria.
Los conceptos básicos, dígase fechas y personajes, es información que nos implantan desde el primer grado de preescolar; desde mis cuatro años me hablaron sobre el Padre de la Patria, Miguel Hidalgo y Costilla, quien valientemente proclamó el Grito de Dolores, llamando al pueblo a la lucha por la libertad. Escuché mucho, también, sobre José María Morelos y Pavón, el gran estratega militar y Siervo de la Nación. Francisco Javier Mina, un militar de origen español que se unió al movimiento por la Independencia de México. Sobre el militar y capitán del ejército Ignacio Allende, Héroe de la Independencia que sustituyó a Hidalgo en el mando de la insurgencia. Agustín de Iturbide, Mariano Matamoros, Juan Aldama… podría contar más de treinta valerosos personajes, y entre ellos encontraba un nombre peculiar: Josefa Ortiz de Domínguez, “La Corregidora” de Querétaro que participó activamente en la conspiración contra la opresión y quien fue la encargada de avisar a Hidalgo y Allende que habían sido descubiertos, acción que adelantó la proclamación de la Independencia en la Congregación de Nuestra Señora de los Dolores, la madrugada del domingo 16 de septiembre de 1810.
Doña Josefa resonó mucho en mi cabeza, por su importante participación, obviamente, pero también por la siguiente cuestión: ¿cómo era posible, entre más de treinta personajes, que sólo uno fuese mujer?
Conforme fui creciendo me di cuenta de la gran invisibilización y desvalorización de la participación de las mujeres en la historia escrita, entendí que si quería aprender más sobre la historia de mi país, o de cualquier tema, no podía confiar en los libros proveídos por el sistema educativo. A final de cuentas la historia es escrita por quien la gana y es redactada bajo sus propios intereses, y la realidad es que esta historia que nos tatúan hasta las entrañas fue escrita, editada y publicada por hombres que, consciente o inconscientemente, han excluido de ésta a las mujeres; heroínas con nombre y apellido que a veces aparecen, algunas, en nombres de calles y en ciertos monumentos, pero ajenos a los libros de texto de la formación básica que todos los mexicanos cursamos durante nuestra preparación académica.
De las Heroínas conocidas de la Independencia, además de doña Josefa —la única citada en el Grito de Dolores—, resaltan las siguientes Insurgentes:
Leona Vicario, La Mujer Fuerte de la Independencia, enviaba ropa, medicina y armas a los insurgentes, así como información sobre los movimientos políticos y militares ocurridos en la capital, estableciendo una comunicación en clave mediante informes publicados en El Ilustrador Americano. Fue declarada Benemérita y Dulcísima Madre de la Patria el 25 de agosto de 1842.
María Ignacia Rodríguez de Velazco, “La Güera Rodríguez”, fue partidaria del movimiento insurgente, apoyó la causa independentista con su propia riqueza. Aprovechando que entraba en los salones más elegantes de México, escuchaba información valiosa para ayudar al movimiento independentista y enviaba noticias o las estrategias que iba a efectuar el ejército realista. El 22 de marzo de 1811 fue llevada al tribunal de la Santa Inquisición acusada de alterar el orden público en pro del movimiento independentista.
Gertrudis Bocanegra se dedicó en cuerpo y alma a la causa de la Independencia. Sirviendo de espía, mandaba mensajes muy importantes a los insurgentes. Después de un tiempo decidió unirse al regimiento donde estaba su yerno de apellido Gaona; quien la envió a Pátzcuaro para conocer la posibilidad de un ataque. Al ser descubierta por el enemigo fue encarcelada junto con sus hijas, sentenciada a muerte y fusilada el 10 de Octubre de 1817.
Podemos encontrar los nombres de la Vicario, “La Güera Rodríguez” y Gertrudis en monumentos, calles y en muchos libros de historiadores y cronistas, en artículos de diferentes investigadores y periodistas e incluso en los foros de la Secretaría de Cultura; hay organizaciones y becas bajo el sello de nuestras bienhechoras, pero éstas mismas brillan por su ausencia en los documentos oficiales de la Secretaría de Educación Pública.
Es verdad, debes ser alguien interesado por la historia para conocerla, analizarla y entenderla, pero ¿cómo se espera que a un individuo le nazca inquietud por saber de un tema que ni siquiera se le presenta durante su educación? La cual, irónicamente, se jacta de ser patriota, incluyente, equitativa y honorable.
Existieron muchas más heroínas poco conocidas, mujeres desinteresadas que dieron su vida por la patria y sin las cuales probablemente la independencia de México no se hubiera consumado. Valientes que despertaron el espíritu de la lucha en los pobladores, guerreras que tomaron armas y sostuvieron el fuego al lado de sus compañeros, espías que proporcionaban información, víveres y recursos a los insurgentes, hermanas que derrumbaron su patrimonio para unirse a la lucha, bienhechoras que fabricaron cartuchos para el ejército y cuidaron a los heridos y presos.
Para conocer más sobre su historia te invito a leer “México, independencia, mujeres, olvido, resistencia, rebeldía, dignidad y rescate” de María de J. Rodriguez Guerrero: https://www.corteidh.or.cr/tablas/r23947.pdf
“La historia la cuentan siempre los vencedores y las mujeres hemos sido las vencidas en todas las guerras, no solo de las bélicas […] Es urgente contar la historia de nuevo tal y como ha transcurrido. Dando a las mujeres la verdadera dimensión que merecen, sacándolas del silencio que las niega en los libros de historia y dándoles el protagonismo real que han tenido, limpiando a los personajes femeninos del destino o bien ejemplarizante de reinas o santas o bien de contramodelo para que el resto de mujeres aprendamos lo que no debemos hacer”. Tertulia Feminista Les Comadres. La otra historia.