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La desaparición de Jesús Piedra Ibarra (II)

Nota del Editor.- A 48 años de la detención del supuesto guerrillero Jesús Piedra Ibarra, quien posteriormente desaparecería en manos del gobierno, José Alberto Rodríguez Ramírez nos presenta un recuento de los hechos.

La búsqueda de Piedra Ibarra era uno de los objetivos primarios de la DFS por su participación en los hechos que condujeron a la muerte de Garza Sada, y el medio empresarial regiomontano, conforme pasaba el tiempo, aumentaba la presión sobre el Gobierno de Luis Echeverría para que se encontrara a los culpables. Más aún, se formó un grupo privado de seguridad, liderado por Augusto Zenizo, quien tenía acceso a los archivos de la investigación y a los presos identificados, incluso presumía con sus cercanos tener más información que los agentes gubernamentales y ser más efectivo que ellos. Así, cuando Condelle recibió la llamada avisándole que Jesús Piedra Ibarra andaba en Monterrey y que se reuniría con otro guerrillero, no identificado por el “infiltrado”, en la esquina de Félix U. Gómez y Arteaga, diciéndole que “Rafael” iría vestido de guayabera o chazarilla, aunque no le dieron fecha precisa, formó un grupo de 16 o 20 personas para que vigilaran continuamente aquella esquina, hasta que, como ocurrió al tercer día de vigilancia, el 18 de abril de 1975, fue atrapado y llevado a la oficina de la DFS.

Al llegar, rápidamente Carlos Álvarez, de la DFS, que formalmente iba al frente del operativo, se dirigió a la oficina de Condelle para informarle que habían logrado la captura de Jesús Piedra Ibarra, llevando al detenido sus captores a presencia del delegado, quien, al verlos, preguntó a César Garza qué le había pasado, pues lo veía muy manchado de sangre, y éste solo le enseñó el dedo con la falange casi desprendida, a lo que el delegado solo les dijo que se esperaran, y ene se momento tomó el teléfono y marcó un número que, por la cantidad de dígitos, era de Larga distancia, y lo único que dijo fue: “Tenemos a Pe I”, haciendo alusión a las iniciales del detenido y viéndolo a los ojos; sin decir nada más, colgó y les dijo a los captores que los mandaba felicitar el señor Miguel Nazar Haro y que al siguiente día llegaría. Luego dirigiéndose al herido, le dio instrucciones de que se retirara para curarse pero que no fuera a ningún hospital, que lo hiciera con el médico particular o conocido para que le amputara el dedo o se lo cosiera, autorizándole que se tomara unos días. César Manuel Garza Espinoza declararía después haber acudido con el Dr. Guadalupe González, quien era médico del Seguro Social, y tenía su consultorio particular frente al monumento de Linda Vista, quien tras examinarlo le dijo que no había remedio, sacó una navaja de rasurar nueva y le mutiló el dedo, retirándose posteriormente a su domicilio para incorporarse como tres o cuatro días después a su trabajo habitual.

Inmediatamente Condelle se dirigió a Álvarez y le dijo que se llevaran al detenido al Rancho “La Peña”, ubicado en el Km. 7 de la carretera entre Higueras y Marín, que era propiedad de un amigo de él. El dueño de dicho rancho era Ignacio de Jesús González González, quien había conocido socialmente, hacía poco, al Delegado de la DFS, y le ofreció su rancho “para pasar un fin de semana” «visitarlo cuando quisiera”; el propietario declararía después, que un empleado de su rancho, quien lo cuidaba cuando él no estaba, le había dicho que «habían ido muchas personas empistoladas al rancho y que entre ellos estaba Ricardo Condelle Gómez y Carlos Álvarez, que habían estado ahí toda la noche, en compañía de mucha gente armada y vehículos”.

Durante el trayecto al rancho, Juventino Romero y los otros agentes, le ataron las manos, pues batallaban para controlarlo ya que “no dejaba de forcejear y mostrarse agresivo”. Llegando notaron que la finca era una casa vieja, donde introdujeron al detenido hasta un cuarto donde había una silla y “algo así como un catre” y ahí sentaron a Jesús Piedra Ibarra. No pasó mucho tiempo en que llegaran Jorge Fernández, Carlos Álvarez y Ricardo Condelle Gómez,  todos de la DFS, Gustavo Melo Palacios, Manuel Mauriez, Donato Granados Cuevas, Benjamín Maya Filoteo, Jesús Barbosa y Carlos G. Solana Macías Jefe de la Policía Judicial, además de personal de la Séptima Zona Militar, ordenando Ricardo Condelle Gómez, que llevaba la voz cantante, la custodia del detenido y a Juventino que se retirara a descansar y se tomara unos días de vacaciones, éste regresó hasta la oficina, recogió su carro y se retiró.

Al día siguiente, una vez llegado Nazar Haro, se llenaron ciertas “formalidades”. Se hizo un oficio con fecha 19 de abril donde se informaba al entonces Director Federal de Seguridad, de la “Detención e interrogatorio de Jesús Piedra Ibarra (a) «Rafael””. En él se transcribía, como si hubiera sido resultado del “interrogatorio” la ficha de información que ya tenía la DFS. Otro oficio con fecha 20 de abril con la misma información pero en formato de resumen de datos. También se hicieron otros dos oficios como los anteriores, con las mismas fechas, pero signados por Nazar y dirigidos al Cap. Luis de la Barreda Moreno, Director de la DFS. Además un documento dirigido al Director de la DFS, con fecha 19 de abril, donde se decía haber hecho un cateo a las 19:00 hrs., a la “casa de seguridad” de Flores Magón 2339, poniendo como hallazgos lo encontrado en el enfrentamiento del 19 de febrero, como si hubieran ocurrido en el supuesto cateo de abril.

Ese mismo 19 de abril Condelle hizo una llamada al Dr. José Guadalupe González González, quien había atendido a César Garza del desprendimiento de la falange del dedo, y además resultaba primo de Ignacio de Jesús González González, el dueño del Rancho “La Peña” donde habían tenido a Piedra Ibarra durante la noche, y que era su médico de cabecera. El motivo de la llamada fue porque “le urgía que le extendiera un certificado médico”, ya que se iban a llevar a la ciudad de México al detenido. Este médico comentaría después con su primo que lo había visto “apachurrado o decaído, es decir triste”, pero que no estaba grave.

Es la última noticia cierta que se tiene de Jesús Piedra Ibarra.

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(CONTINUARÁ)

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