La clave del éxito político está en “escuchar, atender y resolver”, me dijo Ricardo Canavati Tafich distinguido político emanado de las filas del PRI, a pregunta expresa en una gira de campaña en el año 2003, cuando se jugaba la candidatura por el municipio de Monterrey.
En ese entonces yo era reportera de Tv Azteca, y me tocó cubrir un recorrido en la colonia La Alianza, que se llevó a cabo al mediodía. La gente salía de sus casas e iba relatando sus necesidades, carencias y problemas, que eran muchos, al entonces candidato quien acudía con su equipo de campaña.
Viene a mi mente el caso de una niña que no tenía nombre, y como decía Octavio Paz “lo que no tiene nombre no existe todavía” -al menos para el gobierno-, no podía acceder a la escuela y a programas sociales. Su mamá no sabía de tramites, tampoco tenía dinero, y batallaba incluso para conseguir que comer y Canavati escuchaba con atención y tomaba nota y rápidamente asignaba el caso a sus asistentes para dar celeridad a la solución.
Los problemas que denunciaban eran muchos: falta de agua, de introducción de servicios, pavimento, violencia, inseguridad, entre otros.
Recuerdo que mi camarógrafo y yo nos fuimos a cubrir otros eventos y horas después al recordar que le faltaban imágenes de apoyo de la colonia, me pidió que volviéramos a La Alianza y al llegar nos llamó la atención que había un grupo de por lo menos diez personas que lanzaban fuertes carcajadas. Nos acercamos para ver de qué se trataba y descubrimos para nuestra sorpresa que era él, Canavati, contando anécdotas y chistes, abrazado de la gente. Ya todos los que le acompañaban se habían ido, pero él seguía ahí, hasta el final, hasta escuchar a todos.
“Cuando sea el alcalde, me gustaría trabajar con usted” le dije, y me respondió “hecho, vas a estar en atención ciudadana”.
El primer día de trabajo en la secretaría particular comencé a recibir a la gente que llegaba a hacer peticiones, pero para mi sorpresa siempre había una anécdota previamente.
“El licenciado Ricardo Canavati y su esposa Elena Hadjópulos me ayudaron a pagar la cuenta del hospital de mi hijo cuando él fue alcalde de San Nicolas y ella estuvo al frente del DIF”. “El licenciado Canavati me apoyó con un abogado cuando fue diputado federal”. “El licenciado Canavati me envío los medicamentos que ocupaba mi esposo a la casa”. “El licenciado Canavati me becó”. “El licenciado Canavati y su esposa me regalaron las mochilas y útiles escolares de mis hijos”, “Yo no tenía que comer y doña Elenita me envió despensas a la casa” …etc.
Esta dinámica de contar lo que la familia Canavati hizo en sus vidas, pensé que duraría un par de días, pero nada más alejado de la verdad, estas historias continuarían a lo largo de los tres años que duró la administración y a la fecha sigo escuchando historias maravillosas.
Hoy veo con alegría que doña Elenita Hadjópulos y Ricardo Canavati al haber dedicado su vida a ayudar a la gente humilde y a servir, sembraron miles de semillas de amor en torno a las personas.
Esa actitud de servicio y ocuparse del otro es una herencia que fructifica en sus hijos Elena, Jesús y Ricardo quienes desde sus trincheras siguen la escuela de sus padres. Qué Dios los bendiga y les de larga vida. El 8 de octubre Ricardo Canavati cumplirá 80 años, pero vidas como la suya se celebran todos los días.
Y antes de despedirme quiero decirles a quienes aspiran cargos de elección popular que no olviden la lección del licenciado Canavati: “Escuchar, atender y resolver deben ser el eje central de todo funcionario en cualquier orden de gobierno”.