Se ha preguntado usted padre de familia, ¿Cuál es el fin de llevar a sus hijos a jugar futbol americano o Flag en un club o institución?
La respuesta puede ser muy simple, que se diviertan, hagan ejercicio, practiquen el deporte que les gusta e incluso, que logren algún título dirían ciertos padres de familia. Sin embargo, el objetivo debe ir más allá de lo deportivo, el niño, joven o incluso adulto comprende que el dedicar una buena parte del día cualquier disciplina, incluyendo el futbol americano tiene que ir mucho más allá y se lo explicaremos en breves palabras.
El padre de familia está obligado, así OBLIGADO a darle la mejor formación a sus hijos y es no sólo en la escuela, sino también por medio del deporte (futbol americano en este caso), donde el pequeño encuentra valores muy importantes como el trabajo en equipo, la disciplina, el respeto, la humildad y muchos más, dejando en segundo plano el tema de conseguir campeonatos, ya que el deporte a esas edades es formativo.
Por desgracia el padre de familia y algunos directivos que también fungen como padres de jugadores no comprenden el deporte sólo como el recurso más importante para que sus hijos se forman de manera integral, y si no consiguen uno o más títulos, o sus pequeños son las estrellas del equipo, se sienten frustrados o defraudados. Ese tipo de papás no caben en un club, equipo o liga, pues su forma de ver al futbol americano en este caso está totalmente distorsionada.
Ahora pasemos al nivel superior, cuando el joven llega a defender los colores de su escuela, universidad o dependencia. Aquí el objetivo del muchacho es complementar su formación académica y donde muchas veces recibe una beca por realizar alguna práctica deportiva, se enfoca en cumplir en el aula y realizarse por completo al jugar el deporte que prefiera.
Por desgracia todavía existen padres que no comprenden ni al hijo que ya dedica mucho tiempo al estudio y el deporte, ni a la institución que le abre esa oportunidad e incluso invierte en su formación académico-deportiva y prácticamente le exigen que sus hijos sean tratados como un trabajador más de la escuela y no como un becado.
Pese a que el jugador sí lo entiende y hasta por momentos trata de explicárselo a sus padres, para ellos es insuficiente, aunque para el hijo es más que lo que cualquier estudiante común puede conseguir, al menos durante sus años de estudiante-deportista.
No comprender estos dos panoramas es lo que provoca muchas veces la frustración de sus hijos, quienes de niños acuden a su club a divertirse y de jóvenes a prepararse académicamente, mientras que sus padres sólo buscan el triunfo o el pago a su muchacho, lo que simplemente es imposible, y terminan por provocar un choque de intereses en donde el más perjudicado por lo general es el hijo y no los padres.
