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El Misterio del Mary Celeste

Una de las historias sin resolver que más ha dado que hablar, sucedió en el año 1872. Hoy, a más de 150 años, lo ocurrido sigue siendo una auténtica incógnita.

El 4 de diciembre de 1872 tiempo de tierra (jueves 5 de diciembre tiempo de mar), a medio camino entre las Azores y la costa de Portugal, a unos 700 kilómetros de Lisboa, los miembros de la tripulación del barco británico ‘Dei Gratia’ divisaron un barco a la deriva. El capitán David Morehouse se sorprendió al descubrir que la nave no guiada, de movimientos erráticos, era el Mary Celeste, que había partido ocho días antes que ellos y que ya debería haber llegado a Génova, Italia.

En efecto, el 7 de noviembre de 1872, el Capitán Benjamin Briggs (ver recuadro en la imagen) y la tripulación del Mary Celeste, un barco mercante con un gran cargamento de alcohol, partieron del puerto de Nueva York. A bordo iban siete tripulantes seleccionados por Briggs junto con su esposa e hija.

Los marinos del ‘Dei Gratia’ observaron a distancia prudente la nave durante 2 horas, en las cuales no detectaron señales de vida. Luego, un grupo de hombres abordó el barco, confirmando que estaba completamente abandonado. La embarcación no presentaba daños ni señales de haber sufrido una emergencia. Tampoco había indicios de violencia en su interior. Según el primer oficial, Oliver Deveau, el único signo que le causó extrañeza fue ver que el barco tenía casi un metro de agua en su bodega, no la suficiente para poner en riesgo al navío. Las cosas tenían un orden razonable. En la cabina de Briggs, Deveau encontró algunas pertenencias esparcidas, incluyendo una espada en su funda que estaba debajo de la cama. El equipo de cocina estaba guardado cuidadosamente y no había comida preparada o en preparación, pero sí bastantes provisiones en las alacenas. No descubrieron muestras evidentes de fuego o violencia. Al interior estaba su carga íntegra y los efectos personales de la tripulación. Lo único que se echó en falta fue su bote salvavidas, dos bombas de agua, los papeles del barco y algunos instrumentos de navegación como el sextante y el cronómetro marino. En tanto, la brújula estaba rota y el reloj del barco no funcionaba. La bitácora del capitán, que estaba a bordo, tenía su último registro estaba fechado a las 8:00 horas del 25 de noviembre, nueve días antes, y no daba cuenta de nada anormal. Registraba la posición del Mary Celeste en ese entonces cerca de la isla de Santa María en las Azores, casi a 740 kilómetros del punto donde el Dei Gratia encontró la embarcación. Tampoco había reportes de que la zona fuera azotada por una tormenta de importancia. Era como si la tripulación del barco se hubiera desvanecido.

Deveau regresó al Dei Gratia para reportar sus hallazgos a Morehouse, quien decidió llevar el barco a Gibraltar ya que, según el derecho marítimo, quien rescataba una embarcación podía esperar una participación sustancial del valor total de lo rescatado. El Dei Gratia llegó a Gibraltar el 12 de diciembre de 1872 y el Mary Celeste, que había encontrado niebla, llegó a la mañana siguiente. La embarcación fue incautada de inmediato por el Tribunal del Vicealmirantazgo, en preparación para la audiencia de rescate.​ Deveau le escribió a su esposa que el calvario de llevar la nave fue tal que «apenas puedo decir de qué estoy hecho, pero no me importa siempre que llegue a salvo. Me pagarán bien por lo del Mary Celeste».

Las audiencias de rescate comenzaron en Gibraltar, examinaron diversas teorías: -que la tripulación había tomado el alcohol —ignoraba que no era potable— y asesinó a la familia Briggs y a los oficiales de la nave en medio del desenfreno de la borrachera, o que Morehouse y sus hombres escondían algo, específicamente que el Mary Celeste había sido abandonado en un lugar más hacia el este y que el registro había sido manipulado. No podía aceptar que hubiera llegado tan lejos sin tripulación. El tribunal no encontró explicación alguna y liberó a regañadientes al Mary Celeste el 25 de febrero de 1873. Al día siguiente, el New York Times publicó la teoría del asesinato de Briggs y toda la tripulación (ver recuadro en la imagen).

Una historia corta que apareció en la edición de enero de 1884 de The Cornhill Magazine, inició las múltiples leyendas. Era uno de los primeros escritos de Arthur Conan Doyle, entonces cirujano de un barco que contaba con 25 años de edad y que después crearía al legendario detective Sherlock Holmes. La historia de Conan Doyle se llamó «J. Habakuk Jephson’s Statement», y aunque no se apegó a la historia real sí se inspiró en el barco al que renombró ‘Marie Celeste’, y a su capitán como J. W. Tibbs. En el relato la nave llevaba pasajeros, y un ex-esclavo fanático llamado Septimus Goring que sentía odio por la raza blanca, sobornó a los miembros de la tripulación para asesinar a Tibbs y llevar el barco a las costas de África occidental. Después asesinó al resto de la comitiva excepto a Jephson, que fue respetado porque poseía un encanto mágico que era admirado por Goring y sus cómplices.

El Mary Celeste siempre fue considerado un barco de mala suerte: después de lo ocurrido  «[se] deterioraba en muelles donde nadie lo quería», en febrero de 1879 se informó de su presencia en la isla de Santa Elena,​ donde arribó en busca de ayuda médica para su capitán, Edgar Tuthill, quien se encontraba enfermo. Tuthill murió en la isla y su deceso fomentó la idea de que la nave estaba maldita, ya que era el tercer capitán que moría prematuramente, desde que su primer capitán, Robert McLellan, murió en el viaje inaugural.

En noviembre de 1884, un grupo de transportistas de Boston, llenaron el Mary Celeste con un carga inútil en su mayor parte, pero falsearon el manifiesto de la nave declarando que llevaban bienes valiosos y los aseguraron por 30 000 dólares (equivalente a 800 000 dólares actuales). Su capitán, de apellido Parker, lo dirigió deliberadamente hacia un arrecife cercano a Puerto Príncipe, Haití, rasgando la parte inferior y arruinándolo irremediablemente. El capitán y su tripulación remaron hacia tierra, donde Parker vendió la carga salvable al cónsul estadounidense por 500 dólares e inició la reclamación al seguro por el valor supuesto. Las compañías de seguros de la nave comenzaron una investigación exhaustiva, que pronto reveló la verdad de la carga asegurada en exceso. El juez negoció un acuerdo mediante el cual los acusados retiraron sus reclamaciones de seguros y devolvieron todo lo que habían recibido. El juicio por el cargo de baratería contra Parker fue aplazado y se le permitió salir en libertad; sin embargo, su reputación profesional estaba arruinada y murió en la pobreza tres meses más tarde.

Hasta la fecha, y a pesar de muchos intentos por localizarlo, no se han hallado los restos del Mary Celeste, aun sabiendo el lugar exacto de su desaparición. Al parecer desapareció como su tripulación: sin dejar rastro.

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