“El equilibrio mental, juicio recto, valor moral, audacia, resistencia,
forma de tratar al prójimo y cómo sacar el mayor bien de los
contratiempos son cosas que no se aprenden en la escuela”
Alexis Carrel
Me he referido con anterioridad al Bar “Progreso”, mejor conocido como “El Chapeados”, como uno de los más democráticos sitios de reunión en donde por igual el empresario que el obrero, el empleado que el artista, se sentaban codo a codo y departían conversando sobre los acontecimientos de la ciudad y en donde todos los temas eran tratados por el cónclave sin distingo.
Ese mágico lugar era un sitio en donde podías encontrar a funcionarios públicos de todos los niveles, empezando con gobernadores o alcaldes, que por igual brindaban en la barra con el resto de los bebensales, así como burócratas de escritorio que con solidaridad te apoyaban desinteresadamente en la realización de cualquier trámite.
En “El Chapeados”, lo he dicho antes, encontrabas también a grandes ejecutantes de la música, pero igual estaban ahí escritores, poetas, pintores, que brindaban con un mecánico, un vendedor de autos o un corredor de bienes raíces.
Cada vez que te sentabas en la barra de ese bar, equivalía a introducirte a un salón de clases de cualquier Universidad, porque algo de provecho te quedaría por el simple hecho de escuchar.
De entre las doctas opiniones en diversos temas que ahí tuve el privilegio de escuchar, recuerdo con admiración la sencillez y profundidad con la que don Ángel Arnaud hablaba de futbol, deporte del que muchos presumen conocer, pero que en realidad pocos entienden.
Don Ángel, vendedor de seguros, fue un profundo conocedor del futbol que tenía también la habilidad de explicarte estrategias, conceptos, habilidades y todo lo relacionado con el balompié y lo hacía sin aspavientos ni presunciones, como si estuviese dictando cátedra y al oír su opinión todos guardaban silencio.
En la misma época en que conocí a don Ángel, tuve la oportunidad de tener trato con su hijo mayor, el Doctor del mismo nombre, quien estudió la especialidad de traumatología y con el que pude trabar una excelente amistad.
Más allá de las fieras que en aquel entonces había opinando en los medios de comunicación, don Ángel Arnaud tenía el talento para ser accesible y hacerte comprender los secretos del futbol. Una tarde a su lado era una delicia aún y cuando el futbol no fuese uno de tus deportes favoritos.