Después de terminar de ver esta madrugada el documental “Yo soy: Celine Dion”, (“I Am: Celine Dion”), mi admiración hacia ella crece y mis respetos para su quehacer musical se eleva al mismísimo cielo.
“Yo soy: Celine Dion”, es un documental valiente y muy humano; es tan conmovedor como tan desgarrador.
Es un documental que deja la puerta abierta para quien quiera entrar a la vida íntima y personal de una de las mejores voces del mundo.
Al verlo, es más que imposible mantener el corazón firme y no caer en tristeza al ver a una artista vulnerable y temerosa, con una voz dañada e imposible de ejecutar, por ahora, un canto de altura.
“Yo no quiero que la gente me escuche así. No quiero”, dice en una de las escenas cuando pretende cantar.
Es la misma Celine la que habla frente a una cámara de cómo inició esta enfermedad que día a día trunca su regreso a los escenarios.
Irene Taylor maneja con discreción y respeto la dirección de este documental y llega hasta donde la cantante lo permite… ¡Y permite mucho!
Hay escenas donde la cantante luce glamurosa, divina y en otras la vemos sin una gota de maquillaje, quebrada y en un llanto, confesando o que en ocasiones le tuvo que mentir al público en sus conciertos para evitar mostrar lo que la enfermedad estaba haciendo con ella.
Taylor la capta doblada de dolor, llorando desgarradoramente frente a la cámara, para que el público, su público, vea la gravedad de su padecimiento: “Síndrome de la persona rígida”.
¿Qué es el “Síndrome de la persona rígida”?
La cantante lo explica: “Es un trastorno autoinmune que afecta al sistema nervioso central y que provoca espasmos musculares, afecta al caminar y la capacidad de cantar”.
Para dar tregua a tanto dolor visual, Taylor intercala imágenes y videos de aquella Celine Dion que tenía al mundo entero a sus pies.
Hay pequeños extractos de sus brillantes y apabullantes interpretaciones de “All By Myself” y “My Heart Will Go On”.
Pero ella usa mucho el “pasado” para referirse a sus carrera, a su canto, a su trayectoria.
“Fui buena”, dice, “extraño a mi público, extraño los escenarios”.
Hay un pasaje de su juventud donde dice que su mayor deseo es conquistar al mundo con su voz. Y lo logró.
También hay un espacio para mostrar a la actual Celine Dion, maltratada y avejentada por una enfermedad que la tiene atada a un sinnúmero de medicamentos y tratamientos físicos muy dolorosos.
“Realmente fui buena”, dice con un llanto contenido que en momentos explota y la sumerge en un silencio que ni ella misma sabe enfrentar.
“Yo soy: Celine Dion”; es un himno a la vida, es un grito desgarrador de supervivencia y es un trabajo exquisitamente bien ejecutado de la directora Irene Taylor donde vemos al ser humano, no a la estrella.
Está en Prime Video y lo juro, está de 10.