No sé usted, pero a mi me asalta una duda que me quita el sueño. En unas semanas consummatum est la metamorfosis del gobierno municipal en la ciudad capital de Nuevo León donde Adrián de la Garza estará recibiendo del inútil y de los peores alcaldes de Monterrey la estafeta como presidente municipal, quieran o no, los pocos escépticos que sueñan que la luna es de queso y que Mariana, “La Princesita Caramelo” revertiría la decisión de las autoridades electorales y con una burda, torpe y estrafalaria controversia cancelarían la elección para repetirla.
Con todo y que Samuel se enterque presumir que tiene dos magistrados afines y cuatachos que le darían palo al alcalde electo, creando una bataola de suciedad que a nadie conviene iniciando por “Colita de Caballo”, el sistema político nacional, los Partidos y demás maquinaria que tenga algo que ver con esta kermés política, bueno, ni al “Cocodrilo” López que ya no estará despachando en Palacio Nacional, por el demérito que le traería, sobre todo cuando ya no tiene nada qué ganar.
El problema no es ese.
Lo que me pone los pelos de punta es que realizado el cambio de poderes en Monterrey tendríamos un alcalde PRIANISTA, un dizque gobernador naranja y una presidente de corazón moreno, o sea, de chile, dulce y de guayaba con una seguridad que Adrián de la Garza –que no es santo de mi devoción– se pronostica tendrá un papel destacado, no porque esté dentro de sus convicciones, sino que considera la alcaldía como trampolín y puerto intermedio ya que su destino final sigue siendo la gubernatura que perdió con “mentiroso-mentiroso”.
Así es que los ciudadanos de a pie, tendríamos el alma en un hilo teniendo un apoyo federal casi nulo y una relación con el peor gobernador que ha tenido el Estado en confrontación, porque Samuel no olvidará jamás quién fue el artífice que mandó a su “princesita Linda Flor” a su casa a pasear en el Tesla que le regaló el gobernador millonario.
No se requiere poseer un QI sobresaliente para entenderlo, si siendo del mismo corral, comiendo en el mismo plato y compartiendo mismos ideales entre “hermanos” muchas ocasiones se reciben las peores y más profundas puñaladas, qué podríamos esperar siendo de diferentes fierros las ganaderías, sobre todo que no hay que olvidar que Adriancito, Zeferino y Paco siguen teniendo el mallete de mando y los que reparten canonjías en el estado, máxime, cuando el gobiernícola hace hasta lo imposible para que lo detesten.
Tampoco dejemos al margen que, si el huracán “Alberto” solucionó los mortales problemas de la sequía, un viejo jinete apocalíptico esta tocando a la puerta. El Covid 19 será sin duda igual de mortal que su antecesor y si es cierto que Juan Pueblo ya cuenta con experiencia para inmunizarse, al estar cuidando el gallinero se gasta tiempo, dinero y esfuerzo para presumir obras que son urgentes y no las vaciladas que tuvieron los amigos de Luisín Donaldín Colosín con sus tardados corredores verdes con carriles para bicicletas en una ciudad donde es imposible sentarse en una banca a leer un libro, menos pedalear una bicicleta cuando estamos a 45 grados a la sombra o a cinco bajo cero.
¡Congruencia chamacos!
