Las denominadas «constelaciones familiares» son un enfoque “terapéutico” que ha ganado cierta popularidad en los últimos tiempos, especialmente en los círculos de “terapias alternativas”, pero carecen de toda seriedad.
Fueron inventadas por el teólogo alemán Bert Hellinger en los años 1990´s, y supuestamente eran para resolver conflictos emocionales y problemas interpersonales al explorar supuestos traumas o dinámicas familiares inconscientes a través de dramatizaciones grupales.
Sin embargo, han sido ampliamente criticadas y refutadas por expertos en psicología, psiquiatría y ciencias sociales por carecer de fundamento científico y ser un vil timo basado en pseudociencias.
Son una forma de terapia grupal en la que se invita a los participantes a representar miembros de su familia o aspectos de su vida emocional en un espacio físico como salones o consultorios. Durante las sesiones, un “facilitador” o “coach” guía a los participantes para «revelar» patrones o traumas familiares “ocultos”. La idea es que estas representaciones revelen dinámicas familiares presuntamente inconscientes que influyen en la vida actual de la persona, y al verlas y reconocerlas, se puedan resolver problemas emocionales, psicológicos e incluso físicos.
Pero seamos honestos y francos. No existe ninguna evidencia empírica sólida que respalde la efectividad de las constelaciones familiares. Las ideas en las que se basan, como la de que los problemas actuales son causados por traumas familiares no resueltos en generaciones pasadas, carecen de todo sustento en la investigación psicológica o psiquiátrica. Las constelaciones familiares no cumplen con los mínimos estándares de rigor metodológico, como estudios controlados aleatorizados, replicación de resultados o revisiones sistemáticas, que son necesarios para validar cualquier tratamiento psicológico real.
Además, utilizan conceptos muy vagos y ambiguos como «energía familiar», «campo morfogenético» o «conciencia del clan», términos que no tienen una definición real en la ciencia. Por si fuese poco, las “explicaciones” que ofrecen no son falsables, no pueden ser puestas a prueba para demostrar su veracidad o falsedad, y eso es un rasgo típico de toda charlatanería. Recordemos que una afirmación que no puede ser probada ni refutada carece de valor científico.
Para colmo, en ciertos casos, las constelaciones familiares han sido perjudiciales para los participantes, pues la dramatización de traumas o conflictos familiares en un entorno grupal puede resultar emocionalmente abrumadora, especialmente sin el acompañamiento de un auténtico profesional capacitado. Existen casos bien documentados donde esta práctica ha empeorado problemas emocionales, desencadenado crisis psicológicas, o incluso ha resultado en retraumatización.
Por si fuese poco, las constelaciones familiares a menudo se apoyan en creencias espirituales o metafísicas, como la idea de que el «alma familiar» o el «inconsciente colectivo» influye en la vida de los individuos. Estas creencias no se sustentan en pruebas científicas y suelen utilizarse para justificar las falsas «revelaciones» que ocurren durante las sesiones, lo que puede dar lugar a interpretaciones pseudo-místicas o esotéricas, alejadas totalmente de cualquier enfoque terapéutico basado en evidencia.
Los supuestos beneficios mencionados en las constelaciones familiares pueden explicarse plenamente por el efecto placebo y la sugestión mental. Las expectativas positivas, el contexto de grupo, y la influencia del facilitador pueden llevar a los participantes a sentir una mejoría temporal, que no es necesariamente un indicio de una solución real a sus problemas.
Es crucial que las personas busquen tratamientos basados en evidencia científica real y acudan a profesionales debidamente calificados cuando enfrentan problemas emocionales o psicológicos. La pseudociencia, aunque a veces revestida de terminología terapéutica, puede hacer mucho más daño que bien al perpetuar ideas erróneas y enfoques sin validez sobre la salud mental.
Ahí se las dejo de tarea.