“No hay gente ineducada. Todo el mundo lo está; sólo que mucha gente está mal educada”
Gilbert Keith Chesterton
Muchos han sido los factores que han incidido en el crecimiento del número de motocicletas que circulan en la zona metropolitana de Monterrey.
Los simplistas, esos que nunca faltan, culpan a las aplicaciones de venta de comida y al reparto de productos de este hecho, sin embargo otro elemento forma parte sustancial de esta ecuación: el pésimo servicio de transporte público con el que contamos.
Y es que cuando te hartas de pasar la mitad del día a bordo de los camiones, el Metro, la Ecovía y demás, a lo que agregas que te la juegas porque si no es el carterista en la fila son los rateros con pistola o cuchillo arriba de la unidad los que desvalijan, buscas y siempre encuentras la manera de hacerte de una motocicleta para empezar a cambiar la historia.
Y es aquí donde empiezan los problemas.
Porque ni los conductores de vehículos saben respetar y dar espacio a los motociclistas, pero también la inmensa mayoría de estos últimos no tiene idea de cómo comportarse en calles y avenidas, por lo que los accidentes se han disparado en una forma escandalosa.
Niños todos alguna vez, aprendimos con rueditas laterales de apoyo o a fuerza de caídas, a andar en bicicleta y con esas simples lecciones creemos que ya estamos capacitados para manejar una moto, pero aún peor, sentimos que podemos hacerlo en medio de la jungla de asfalto.
Y como somos animales de imitación, pretendemos emular a otros motociclistas que andando en medio de los coches se adelantan hasta el frente de un grupo de vehículos detenidos en un semáforo o una señal de alto, sin hacerlo con precaución. Igual, se suben en banquetas o se meten en contra en cualquier calle, se pasan los altos, son un relajo.
Aprendí en mis tiempos de ciclista, a fuerza de sufrir el abuso, que tanto con las bicicletas como las motocicletas se debe respetar su espacio como si se tratase de otro vehículo; lo malo es que eso pocos lo saben y menos lo ponen en práctica.
Sin embargo hay motociclistas que se creen blindados o indestructibles o que sienten que “a la de a fuerza” hay que cederles el paso y darles el espacio. Hace unos días me topé en el carril de alta velocidad de una importante arteria a un tipo en una moto que circulaba a baja velocidad por el centro del carril, valiéndole un cacahuate el mundo y el resto de las personas.
Pero así como hay quienes utilizan este medio de transporte por necesidad o como herramienta de trabajo, hay otros que lo hacen por diversión y así, algunos viejitos carcamanes, que buscan como diría José Alfredo, “sacar juventud de su pasado”, como tienen billetes se compran unas maquinotas que terminan siendo más caras que muchos autos y con ellas salen el fin de semana a las carreteras y le meten; sin experiencia y con menos prudencia, le meten al acelerador con singular alegría y terminan provocando accidentes.
Las motocicletas y los motociclistas llegaron para quedarse, es un hecho y no lo podemos evitar, de manera que lo conducente sería que nuestras autoridades se preocuparan por diseñar programas de concientización y formas de educarlos para que aprendan a coexistir con el resto del mundo y evitar el creciente número de accidentes fatales que hoy estamos padeciendo.