Para todo efecto práctico, lo que hacen armadas las autodefensas de distintas poblaciones del país y lo que realizan los sistemas de blindaje en colonias del área metropolitana, es exactamente lo mismo, un atropello a nuestros derechos.
La desesperación, frustración y hartazgo, provocaron que la comunidad se organizara, se armara y buscase a una solución a los abusos de la delincuencia y la apatía-contubernio de la autoridad. El problema es que, como en otros lugares del mundo, el fenómeno inicial trasciende y se convierte en otras cosas muy distintas al politizarse o bien, contaminados, terminar por caer en lo mismo que originalmente combatían.
Ayer iba entrando a la colonia en donde vivo y en donde para evitarme problemas con los vecinos y pleitos diarios con las señoras fodongas que ahora se supone que nos cuidan y que abren y cierran la puerta, he cedido y pago puntualmente mi cuota que me permite tener una tarjetita para abrir la puerta desde el auto. Pagar y ser cumplido no es sinónimo de confianza y mucho menos de comodidad, porque si no vengo en mi auto o no traigo la tarjetita, el trato es el de cualquiera. Errores del sistema.
Pues bien, ayer estaba entrando y fui testigo de la manera en la que uno de los “vigilantes” obligaba a un ciudadano común a entregarle su credencial de elector para permitirle el paso hacia la colonia, lo cual es doblemente anticonstitucional, además de un delito.
¿Quién les da derecho a los guardias a exigir documentación? ¿Qué autoridad permite este atropello? En el caso de las autodefensas se entiende que el gobierno haya asumido su rol y les haya marcado el alto, pero, ¿por qué no ocurre lo mismo con los abusos de estos ineptos guardias y sus jefes? ¿Cuál es la diferencia?
Un negocio redondo en donde el propietario de la empresa de “seguridad” se embuchaca 100 mil pesos al mes y tiene de gastos menos de 30 mil, entre salarios, prestaciones y el financiamiento del costoso blindaje (un enrejado, un sistema de control de acceso y unas cámaras de video conectadas a dos computadoras que graban lo que ocurre en las puertas).
Son lo mismo que las autodefensas, sin armas, pero que igual violan la ley.
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