“No es igual maquillar que arreglar”
Yomero
El montón de dinero que le metió la administración de Luis Donaldo Colosio al Teatro “José Calderón” para remozarlo fue un gasto, no una inversión, porque se trata de recursos tirados a la basura.
¿Qué hacer con un inmueble que carece de estacionamientos, que se ubica en una zona sumamente insegura y que termina siendo pequeño para pensar en montar grandes obras o espectáculos?
Celebro y aplaudo el rescate del edificio de la Maderería La Victoria, en la Calzada Madero, para convertirlo en un Centro para las Artes, pero sucede exactamente lo mismo que con el Teatro Calderón.
Hacer las cosas sin tener en claro lo que deberá ocurrir después de dar el primer paso, resulta inoperante y cuando eso sucede en cuestiones públicas el asunto se torna en algo francamente cuestionable.
Porque lo primero que te preguntas es: ¿cuál es el interés de meterle recursos a ese lugar? Y como no somos mal pensados, de inmediato viene a la mente la idea de que existe algún interés de beneficio económico personal.
Que conste, no estoy asegurando nada, simplemente construyo un escenario en función de los hechos.
Sería ideal el ver esos proyectos con toda una planeación de mediano y largo plazo sustentada en acuerdos, apoyos, patrocinios; un esquema viable de sustentabilidad y manejo y no simplemente tirar el dinero del erario por tirarlo.
Un programa de promoción del teatro en todas sus vertientes dirigido a escolares, con producciones hechas con toda la mano y funciones a diario, sería un buen uso del emblemático recinto de Juárez y Tapia.
Regenerar el sector y recuperar “La Ciudadela”, como he señalado en anteriores ocasiones, además de cabildear con los dueños de negocios aledaños para que le vendan sus propiedades al Municipio y construir ahí un megacentro cultural, con instalaciones de primer mundo y estacionamientos, con seguridad 24/7 y un proyecto integral.
En la moda de las apariencias y sobre todo, de las ocurrencias, el anterior gobierno de Monterrey hizo y sobre todo deshizo en nuestra ciudad. Acabó con calles y vialidades, desapareció el arbolado de parques enteros al dejarlos secarse para luego pretender presumir que sembraba nuevos; le cambió la preferencia a vialidades nomás de pura puntada, amplió banquetas a lo tarugo y terminó ahorcando la vialidad en el primer cuadro regiomontano, eso sin contar con su evidente incapacidad para sincronizar los semáforos.
Dicen que todo problema o crisis puede convertirse en una oportunidad para hacer algo bueno y ahora corresponde al gobierno que encabeza Adrián de la Garza ver qué diantres hace para recomponer el entuerto que le heredaron, porque los pesos y centavos de los ciudadanos de Monterrey están ahí y ni modo de dejar que se pierdan.