No soy fatalista, pero debo ser realista. Las amenazas del bravucón presidente Trump nos tiene que poner a pensar que mínimo nos va ir del carajo, si no es que peor. Recordé el pasaje cuando gobernaba Luis Echeverría que el pueblo pesimista decía en la calle: ¡si la situación sigue así, vamos a comer pura cagada!, le contestaban los optimistas, está bien, nomás que no le pongan cebolla, para que no nos apeste la boca
Tiene mucha razón el otro Cortés que escribe, perro que ladra no muerde, pero sí asusta, pero a nadie nos agrada vivir con la espada de Damocles sobre nuestra existencia y que el vuelo de una mosca provoque el triste desenlace, porque Donald tiene muchos defectos, entre otros ser rico y poderoso, que no le importa presionar el botón de la tragedia sin mostrar arrepentimiento, como podrá ser -toda proporción guardada- la actitud del cocodrilo López cuando mal administraba este país, cuando cometía toda clase de estupideces y luego se arrepentía en silencio
De las más notorias si no es que todas: los abrazos no balazos, la rifa del avión, aeropuerto AIFA, la refinería y el trenecito Maya, que amén de costarnos un Potosí y no servir para nada, le dio en la madre a la naturaleza
Pero López es un fanfarrón, Trump es un sicópata con iniciativa que lo convierte en muy peligroso, además que tiene el poder inconmensurable en la mano y muy pocas cosas pueden detenerlo. La otra premisa de este silogismo es la cultura yanqui, adoran al loquito del cabello anaranjado porque les dice lo que quieren escuchar y los americanos piensan con la cartera mientras los mexicanos pensamos con la víscera, esa es la enorme diferencia
Los gringos pueden soslayar muchas cosas menos, la mentira y no pagar impuestos. Muchos pensamos que es doble moral, pero no, es su formación e idiosincrasia, por eso aceptan que los braceros lleguen a los campos mexicanos a piscar algodón, tomate o berenjenas y los papeles de compromiso para cumplir el Tratado del Libre Comercio sirven para iniciar las brazas de la carne asada o limpiarse el trasero
Donald a sus casi ochenta años no tiene nada que perder, es misógino, inmensamente rico, pendenciero, altanero y más cabrón que bonito, acostumbrado a hacer lo que quiera desde que era un púber. Si tuviera algún deseo de continuar su carrera política, ya no podría seguir siendo mandatario del país más poderoso; tiene mujer hermosa, campos de golf y una familia bien formada con hijos, nietos bisnietos que ya no le exigen algo en la vida, como el ser el numero uno si existiera otra nación más poderosa en la que es el rey
¿Qué le impediría hacer su santa voluntad? Los querubines de la 4ª simulación dicen que la postura de colita de caballo fue la obligada, que se comportó como una gran señora Estadista y hay quienes hasta la etiquetan a la altura de Golda Meir, Margaret Thatcher o Eva Perón, yo les diría, tantéate Melesio, con qué lo cortas?
No podía hacer nada diferente y la única ventaja que tiene la señora presidente es, que es mujer y cualquier cosa que haga o deje de hacer, lo verán muchos con buenos ojos, porque el otro es un patán desquiciado y san se acabó
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