Es muy interesantes observar el lanzamiento casi simultáneo de “Cien años de soledad” y “Pedro Páramo» en el formato audiovisual y a través del streaming. Ese hechk nos obliga a reflexionar en torno a las relaciones entre la imaginación impresa y el producto audiovisual. ¿Cómo es ese puente?
¿Por qué son tantos los que prefieren ver a leer?
¿Por qué se sospecha que el texto es mejor, a pesar de no haberlo leído?
Y una pregunta mas, que podria ser un tabto inquietante… por que se prefieren las obras que folklorizan América Latina sobre las que tienden a explicarla, como Zero Zero Zero o El caso Florence Cassez?