El alcalde de Matamoros, Tamaulipas, Beto Granados, quiere complicar las cosas en la ciudad que gobierna. Inexperto como lo es, no entiende que la política no se hace con las vísceras; ni con el estómago; ni con la hiel.
Se le instaló ahí, para pacificar el municipio y llevar a la concordia a los actores políticos; de todos los colores partidistas.
Quiere cortarle las garras al tigre, y no tiene instrumentos para tal tarea.
Fue un gravísimo error de sus padrinos.
Lo quieren madurar como las paguas, a apretones.
La paz social que se ve en la superficie no coincide con las turbulencias que se sienten bajo las aguas.
Por lo regular esas inquietudes brotan como torrente en tiempos electorales.
Tomás Yarrington, que le sabía a la cosa política enfrentó a turbas ciudadanas de tal manera que el gobernador Manuel Cavazos Lerma tuvo que echar mano de la fuerza extrema para permitirle su llegada.
¡Yarrington, que era la gloria del Tec de Monterrey y el hijo de MCL!
Imaginémonos que va a pasar, con un estudiante de una prestigiosa escuela patito, como el joven Beto.
En Matamoros todos están atónitos.
Granados, con toda la fuerza del municipio, ande clausurando todos los negocios del exalcalde, Mario López mejor conocido como la Borrega.
Eso duele.
Y mucho.
Como próspero empresario la Borrega posee muchos bienes muebles e inmuebles.
Se desconoce quién le sugirió a Beto, mojarle la oreja a López.
Mario no es la monita de los cerillos; es de esperarse, que venga una respuesta de la misma fuerza y en sentido contrario.
El poderío de la Borrega no está del todo desmantelado. La estructura creada por él en cinco años de gobernar el municipio aún se le mueve una patita; y en tiempos electorales se flotan según los escenarios locales y en contiendas competidas esas pequeñeces tienden a ser el fiel de la balanza.
Ni la fuerza política de la Borrega está del todo diluida.
Continua en el Congreso de la Unión representando a los tamaulipecos; por mucho que sea responsable del saqueo de las arcas públicas; con todo que se haya enriquecido obscenamente; por más malo que haya sido su gobierno.
Convertir en un ring los municipios no es de todo conveniente para el gobernador del estado, Américo Villarreal Anaya. Esas riñas de callejón sólo acumulan índices de explosividad que pueden impactar la gobernabilidad.
Peor, si es entre compañeros de partido.
O aliados.
Granados y la Borrega, están enrareciendo la sucesión a temprana hora.