La última vez que la vi fue hace casi tres años durante un sepelio en uno de los panteones de ciudad Guadalupe.
Ella venia acompañada del profesor Antonio Sánchez Banda su amigo leal. En aquella ocasión, los tres platicamos amenamente bajo la débil sombra de un pequeño árbol.
Ahí me entere que una enfermedad intrusa entró caminando de puntitas, como ladrona furtiva al cuerpo de mi amiga a robarle poco a poco su salud.
La esclerosis múltiple la atormenta desde hace años y la ha condenado a un tratamiento medico de por vida para mantener a raya a la muerte.
A pesar del padecimiento, Silvia Mireya González Martínez no pierde su belleza, el trato amable y la sonrisa fácil.
Es la misma mujer que conocí en los años ochenta cuando se desempeñaba como encargada de prensa del doctor Luis Eugenio Todd Pérez, en aquel tiempo Secretario de Educación en el gobierno de Jorge Treviño.
Recuerdo que en medio de la charla tocamos el tema de su trunca relación con Jaime Rodríguez Calderón con quien vivió una etapa tormentosa de golpes y vejaciones, que culminó finalmente en el divorcio.
En aquel tiempo el “Bronco” ya mostraba sus pretensiones de convertirse en candidato a gobernador por el PRI. Lejos estaba el día en que renunciara al partido que lo arropó a lo largo de 33 años para levantar ahora la bandera de independiente.
_. “Nada mas que lo intente, que se lance, para decirle sus verdades al cabrón”, explotó Silvia y su rostro se transformo en un rictus de odio, de resentimiento. Dejando ver que detrás de esa beldad eterna se esconde el carácter fuerte y valiente de una “dama de hierro”.
Después se desahogó. Nos platicó que Jaime se desatendía con frecuencia del hogar y que su padre, el de Silvia no el del “Bronco”, era el que proveía techo y alimento a la familia, además de costearle la educación a la hija que procreo con el ex alcalde de García.
Por eso, al ver la reaparición de Silvia González en uno de los eventos de Ivonne Álvarez aspirante priista a la gubernatura de Nuevo León, luego de varios años de mantenerse fuera de los reflectores, me acorde de aquella conversación que sostuvimos una calurosa tarde de verano allá por el año 2013.
Y si Jaime se encuentra inmerso en la peor crisis de su campaña política, arrastrado por el ojo del huracán de los escándalos, protagonista de un video que lo exhibe como misógino y acosado por investigaciones periodísticas sobre despojo de tierras y posesión de propiedades rurales poco claras, el factor Silvia vendría a agravarle sus conflictos.
Mujer despechada, Silvia Mireya González Martínez es una bomba a punto de activarse. Un misil que si se lanza con precisión impactaría en forma negativa en las ambiciones del “Bronco” y el escenario cambiaria radicalmente en el horizonte electoral de Nuevo León.
Como leona herida, Silvia esperó pacientemente el momento para lanzarse a la yugular del “Potro”. Viene a cobrar afrentas y ha descargar rencores acumulados. A colectar viejas facturas. Eso Jaime lo sabe y el PRI, del que hoy reniega y despotrica el ex priista, también.
Ya lo escribí en su momento en un artículo publicado el pasado 4 de marzo en este mismo espacio y al que titule “Un Fenómeno llamado Bronco”. En el cite:
“Ahora este llanero solitario moderno debe velar armas y luchar contra la inercia del sistema que no quiere ver su foto en las boletas de las próximas elecciones y buscara por todos los medios descarrilar sus aspiraciones”.
Los esqueletos acumulados en el closet de Jaime Rodríguez Calderón están saliendo a la intemperie y es perseguido acuciosamente por sus propios fantasmas.
Nunca espero el “Bronco” que una de sus ex esposas le saliera tan “Bronca”. Ahí se las dejo.
