El doctor del IMSS un espécimen insensible, duro, carroñero tenía acorralado al enfermo a quien miraba indiferente, casi con desprecio.
De los labios del médico no brotaba la palabra cálida, la frase de aliento todo era catastrófico.
Según él, un panorama cargado de malos augurios se cernía sobre la salud de aquel hombre.
— . “Mal muy mal, su riñón está muy dañado a punto de entrar a la cuarta de cinco etapas donde empiezan las diálisis”, diagnóstico el galeno con aires de sabelotodo y tono soberbio.
Incluso el discípulo de Hipócrates, contraviniendo los postulados del ilustre griego tuvo la cruel puntada de llamar a un pobre sujeto en fase terminal a causa de una enfermedad renal, para advertir en aquel costal de huesos el negro futuro que le deparaba al enfermo.
Pero el pesimismo del » batablanca» no logró poner de rodillas al paciente mucho menos arrojarlo al hondo abismo de la desgracia y el desahucio, el enfermo optó pues por el humor que purifica el alma y endulza el espíritu.
Fue entonces que en la frialdad del consultorio contó el siguiente chiste:
El de una pareja que acude a consulta. El marido era víctima de una diarrea agresiva y la señora de un severo padecimiento nervioso.
Tras el diagnostico, el doctor les recetó sendos frascos de cápsulas a cada uno para remediar sus males.
Al llegar a su casa la mujer le suministró a su esposo el medicamento equivocado y le dio por error las cápsulas de los nervios.
Pasando un buen rato la dama abre la puerta de la recámara de su viejo y le pregunta:
–. ¿Cómo sigues cariño, como te sientes?
–. Aquí mi amor cagado hasta las orejas, pero bien tranquilo, relajado mi amor, bien relajado?, le respondió el marido nadando en su propia diarrea.
–. «Muy chistosito, muy chistosito», le dijo molesto el médico al periodista.
–. “Doctor si ya me quitó toda esperanza de vivir, no me quite ahora la sonrisa», le contestó el picateclas contundente.
El enfermo de esta historia es el colega y buen amigo Osiel Castillo Barraza quien en estos momentos libra una encarnizada batalla cuerpo a cuerpo contra el destino, atacado en varios flancos por una enfermedad traicionera. Felona.
Apenas hace unos días fui a visitarlo a su oficina de Regionegocios y me platicó con lujo de detalles y mucho sarcasmo acerca de la situación de salud por la que está atravesando y lo costoso de los tratamientos para enfrentar la enfermedad.
–. «Chingado Paco hasta para eso salió elegante uno, escogí una enfermedad de ricos», me dijo y explotó en una carcajada.
Después lleve a Osiel a surtir un medicamento a una farmacia homeopática y por descuido olvido su credencial de elector en mi coche.
La semana pasada me marco al celular pidiendo le llevara la tarjeta del IFE a la clínica 2 del IMSS donde se encuentra internado.
–. “Es que no vaya ser que para pasar el túnel de luz (la muerte) te pidan también identificación», comentó y otra vez la estentórea carcajada.
Sigue así mi querido «Oso» que sobre la adversidad reine el buen ánimo y prevalezca la alegría, no habrá enfermedad que mate si tienes como escudo una sonrisa.
Dios ama a sus hijos, sobre todo cuando ríen y hacen de la desgracia un remanso para valorar la vida, así como tú nos estas enseñando.
Me comprometo a orar por ti hasta el cansancio, para poder verte pronto y reírnos juntos.
Pensar que este trance lamentable por el que estás pasando, fue simplemente un mal chiste del Destino.
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