Bastaron 10 años para ver el auge y caída de Sócrates Cuauhtémoc Rizzo García, su lucha a contra corriente, su excesiva confianza en un equipo corrupto y, al final, su salinismo a ultranza que terminó hundiéndolo en la picota de la historia.
Oriundo de Linares, Nuevo León, Rizzo García fue estudiante de la Faculta de Economía de la UANL y ahí se unió al Movimiento de Los Espartarcos, cuya sombra fue mal fario en sus relaciones con la poderosa Iniciariva Privada de Nuevo León.
En 1985, con él salinismo in crecendo, Rizzo García fue censurado de la lista de diputados federales por el entonces candidato Jorge Alonso Treviño Martínez. Lo hicieron diputado federal por un distrito del Estado de México.
Los fines de semana viajaba a Monterrey donde prácticamente nadie lo conocía. Así, su paisano Jesús Marcos lo placeaba en reunión sociales y velorios.
Lo difícil fue el sector privado. Habían pasado 12 años del asesinato de Eugenio Garza Sada. Pero era poderoso el entonces Secretario de Programación y Presupuesto, Carlos Salinas de Gortari quien allanó el camino de su protegido.
Poco a poco el proyecto del jóvenes economista empezó a fortalecerse y a sumar cuadros de viejos priistas que vieron la nueva veta de oportunidad en la política trepadora de Nuevo León.
Tan proclive fueros los sectores que nombraron a Rizzo García presidente del CDE del PRI, tras el desgaste de Treviño Martínez con el entonces líder de la CTM, Raúl Caballero Escamila.
A nivel nacional Salinas luchaba contra otros cinco pre candidatos y en Nuevo León los treviñistas se la jugaban con Alfredo del Mazo.
Los desaires, las burlas mal disimuladas y los obstáculos treviñistas pasaron a ser de preocupación. De la nada, con todo en contra, Rizzo pavimentó el camino que lo llevó a la gubernatura de Nuev León.
En esa suerte y circunstancia que envuelve a cada político en su momento y que le reseñamos en esta serie e columnas e aquí al sábado.
