La mayoría de los mexicanos que vivimos en Estados Unidos, sufrimos de los mismos males. La nostalgia de no estar en nuestro México nos une sin poder evitarlo y estos sentimientos sin duda alguna afloran aun mas durante el mes Patrio.
Desde la música, la comida casera, las tradiciones, así como las fiestas y reuniones con familiares y amigos, son sin lugar a dudas, las cosas que mas nos hacen falta y extrañamos aquí en “el otro lado”. La añoranza, melancolía y reminiscencia de nuestra tierra y costumbres hacen que el orgullo patriótico nos brote a manantiales.
Por eso se entiende que cuando escuchamos en algún lugar entonar el Himno Nacional o la canción de México lindo y querido, por ejemplo, nos unimos en una sola nota musical y nos enanchamos como pavo reales al tiempo que cantamos, como si todos tuviéramos la voz de un Pedro Infante.
Así mismo, hace unos días nos unimos en un grito para manifestar el repudio que sentimos al ver que Donald Trump llego a pisar tierra azteca. Sin embargo nuestro aborrecimiento, rechazo y desprecio es aun mayor por el Presidente Enrique Peña Nieto al declarar que fue el mismo, quien le extendió la invitación con el alegato de preservar las buenas relaciones entre los dos países.
Las humillaciones, el agravio, ofensas, maltrato, burla y brusquedad con la que este tipejo nos etiquetado van mas allá de todo entendimiento humano. Como todos ya sabemos este candidato a la Presidencia de Estados Unidos, ha vomitado insultos por los últimos 14 meses, a diestra y siniestra, en contra de nuestros compatriotas inmigrantes y los ha tachado de narcotraficantes, violadores y criminales, como si en este país no hubiéramos mexicanos de bien, con principios, valores, educados, respetuosos y sobre todo trabajadores.
Según Peña Nieto durante las conversaciones privadas que tuvo con Donald Trump, fue tajante y le dejó claro que los mexicanos no pagaríamos por el dichoso muro y horas después el soberbio multimillonario hizo gala de su petulante persona al burlarse, una vez mas, tanto en su discurso sobre migración como en un canal de televisión norteamericano haciendo alusión al tema.
Mas que dejarle en claro a este aborrecido, abominable, fatuo, arrogante, espécimen que no pagaríamos por el tan discutido muro, el Presidente debió exigirle y demandarle de manera categórica una disculpa pública al pueblo mexicano y a quienes vivimos en tierra anglosajona sin importar el estatus migratorio.
A pesar de todo esto, hoy no hablaré de política, ni estadísticas, ni de las remesas que generamos quienes vivimos aquí, ni de los trabajos que hacemos y los beneficios que los americanos tienen de los inmigrantes, ni de gobiernos, ni tampoco si se construye un muro impenetrable.
Hoy solo quiero decirle a nuestro Señor Presidente el sentir humano de un mexicano normal que no es millonario, con un trabajo regular que vive en un territorio estadounidense y manifestarle que nos sentimos traicionados, vendidos y entregados por usted, a este tirano.
Mi desestimado, bruto, repudiado y quimérico Presidente le hago saber también por parte de los mexicanos que vivimos en Estados Unidos que esto no es cuestión de muros ni de quien lo pagará, ni tampoco del Tratado de Libre comercio, ni relaciones entre países vecinos, esto es cuestión de respeto, lealtad y de amor a tus iguales.
Sabrá Usted que la mayoría de los que radicamos aquí no estamos por gusto propio sino por la falta de empleos, de oportunidades, por la inseguridad, porque queremos un mejor vida y educación para los nuestros y todo esto lo hacemos con sacrificios inimaginables, a pesar de muchas lágrimas nuestras y de nuestras familias, con esfuerzos y aun a costa de nosotros mismos y nuestros sentimientos.
En incontables ocasiones hay compatriotas que sufren humillaciones, ofensas, desprecios y muchas veces después de sus jornadas de trabajo los empleadores se niegan a pagarles sin remordimiento alguno.
Le comento que aquí nada es color de rosa, que no hay tal sueño americano, que los que vivimos “en el otro lado”, nos fajamos día con día y muchos tenemos hasta dos y tres trabajos para poder sobrevivir y así mismo enviar un poco de ayuda a los quienes dejamos en México.
Es obvio mi iluso Presidente que “le quedo grande la yegua” y no me refiero a Donald Trump sino a nuestra patria. Si, Enrique Peña Nieto, a usted se le fue el avión, perdió el piso o de plano como dicen los españoles “esta hecho un Cristo”. Y es que no hay otra forma de explicarlo, como va a ser posible de que después de que este sujeto se expreso tan miserablemente de nosotros, su pueblo, de la gente que lo eligió, a la que le debe el puesto, aun así usted fue capaz de invitarlo a nuestra casa.
Y por último, le digo una vez mas, que no es cuestión de muros sino de respeto, lealtad y de amor a tus iguales porque al fin y al cabo todos somos orgullosamente mexicanos.