En un tenso ambiente, entre aplausos y reclamos, la delegación chilena esperaba ayer en Qatar que las 194 naciones reunidas adoptaran el único acuerdo que parecía viable de conseguir en la Conferencia sobre el Cambio Climático: que el Protocolo de Kyoto fuera extendido hasta 2020. Si bien la cita debía culminar el viernes, explicó Alexa Kleysteuber, encargada de política internacional y negociación de la Oficina Cambio Climático Ministerio de Medio Ambiente, una serie de desacuerdos entramparon las negociaciones hasta el sábado, con Japón, Rusia, Canadá y Nueva Zelanda, rechazando apoyar las medidas.
No sería hasta avanzada la tarde del sábado que, finalmente, y en solo tres minutos, el paquete de acuerdos presentados resultó aprobado, casi a la fuerza: “No escucho objeciones así que yo decido. Queda aprobado”, afirmó a viva voz Abdulá bin Hamad al Atiya, presidente anfitrión del encuentro.
Qatar había propuesto ayer en la mañana un texto de compromiso para tratar de evitar un fracaso en las negociaciones, una posibilidad que a esa altura amenazaba con hacerse realidad.
Un problema no menor considerando que el primer periodo de cumplimiento del Protocolo de Kyoto expiraba este año, pero lo cierto es que según la comunidad científica, dicho acuerdo es insuficiente para frenar el avance del cambio climático global. Kyoto I, establecido en 1997, obligaba a reducir un 5,2% las emisiones en 2012 respecto de los niveles de 1990 a 35 países desarrollados, entre los que no aparecía Estados Unidos (uno de los principales contaminantes junto a China), porque no lo ratificó. La segunda parte, Kyoto II, sumó los retiros de Japón, Canadá y Nueva Zelanda.
Así, solo quedan con obligaciones la UE, Australia, Noruega, Islandia, Croacia, Kazajistán, Liechtenstein y Mónaco, países que presentan tan sólo el 15% de las emisiones mundiales. De ahí el descontento de científicos y organizaciones medioambientales.
“Los negociadores de Doha no han cumplido ni siquiera las expectativas mínimas”, critica la organización ecologista WWF en un comunicado, en el que también lamenta que la cumbre haya terminado sin un aumento de ambición en la reducción de emisiones y sin compromisos financieros concretos, como la ayuda que demandaban los países en desarrollo de los países ricos para reducir sus emisiones.
En el caso de la Unión Europea, por ejemplo, ésta se comprometió a reducir en 2020 un 20% sus emisiones respecto a 1990, lo que representa un mínimo avance si se tiene en cuenta que hoy emite un 18,5% menos, por lo que está muy cerca. Tampoco se incluye un objetivo global de reducción de emisiones en 2050 ni el año en el que las emisiones globales deben tocar techo, aunque sí señala el objetivo de limitar el calentamiento a dos grados.
Todas las esperanzas quedan ahora puestas en la cumbre que se desarrollará en París en diciembre de 2015. Todos los países buscarán tener en mayo de 2015 un borrador de un nuevo acuerdo climático que en 2020 sustituya a Kyoto II.
Fuente: La Tercera
