La construcción del muro fronterizo cacareada desde su campaña por el actual presidente norteamericano Donald Trump, del inicial rechazo regional cayó a la impopularidad colectiva y ahora a la crítica negativa global de las más diversas naciones del mundo.
Lo que comenzó siendo como un huevo de oro que al republicano le dio los votos suficientes para ganar las elecciones, ha quedado sólo en un ordinario huevo de Allende (a mucha honra para las plumíferas allendenses que a diario allegan la materia prima para el almuerzo del buen Obed Campos). Un huevo que de su alabastrino cascarón cayó a la sartén hirviente de aceite, y de ahí a las encendidas brasas del anafre.
El “Donald-Wall” en principio iba a ser pagado por los mexicanos, pero el bajito presidente tricolor, envalentonado por la ola de neonacionalismo charro, le salió respondón al gallo colorado de los gringos, con lo que trastabilló al altivo magnate, quien no pudo menos que retractarse de su campaña de incendiarios twiters con los cuales logró arengar no únicamente a mis paisanos, sino a todo el mundo, pero en su contra.
Así las cosas y ante el giro enfurecido, Donaldo Trompetas abandonó el palenque para tratar la afrenta en lo oscurito, al menos por el momento, encomendando a su equipo de orates, perdón, de colaboradores, alternativas para financiar el faraónico muro.
Así que los “sabios” asesores norteamericanos reunidos en cónclave y luego de un sesudo ejercicio de demencia colectiva, aconsejaron al “Tío Sam” que al igual como hace con los “chiveros” y “Mcalleneros” de cada fin de semana, también le cobrara “taxas” a los cárteles delictivos por sus operaciones de compra-venta, producción y distribución de droga, introducción de armas y lavado de dinero, etc, etc, etc.
Seguramente los cárteles dijeron “yo si le entero”; nomás que los gringos no contaban con que ninguno de estos grupos está dado de alta en Hacienda ni como Sociedad Anónima de Capital Variable, ni como fideicomiso, ni como asalariado, ni como prestador de servicios, ni como nada; además de que tampoco expiden recibitos de mostrador, ya no digamos factura digital por cada transacción, y por tal sus ingresos no son gravables.
Por lo anterior, financiar el muro con recursos de los cárteles delictivos resultaría una inmejorable y quizá inagotable oportunidad para los grupos de bandoleros de continuar lavando dinero, además de un verdadero monumento a los más oscuros enjuagues financieros que ni los de ICA hubieran vislumbrado en sus más angelicales sueños.
Para la reflexión: Si “Trompetas” informa públicamente sus planes para financiar obras públicas con recursos ilícitos procedentes de grupos delictivos, imagine el lector cómo logró el magnate construir o apoderarse de casinos, cadenas de hoteles o edificios de centros de negocios ubicados desde Dubái hasta Honolulu.
Más prudente sería para el cobijo de su imagen que el mandatario estadounidense declinara en sus intenciones de lavar dinero del narcotráfico, pero mientras el debate crece y la tensión política aumenta con miras a desbordarse como una conflagración pérsica, si el güero persiste en su capricho de que los mexicanos financiemos el “Donald-Wall”, aquí van algunas sugerencias potencialmente factibles para un gobierno en crisis y desesperado por materializar los sueños de su estrepitoso líder.
- Gravar los ingresos por ventas de música o realización de conciertos en Estados Unidos a intérpretes mexicanos de narco-corridos (A los Tigres del Norte podría agregar impuesto especial si la agrupación insiste en ponerle una puerta negra al muro).
- Fijar una cuota por uso de espacio aéreo a los voladores de Papantla que ofrezcan su espectáculo en suelo norteamericano (Con impuesto doble por uso de música ceremonial, e impuesto en grado superlativo al tamborilero ubicado en lo alto del mástil, en virtud de que su perspectiva desde las alturas podría ser con fines de lucro en google maps).
- A los voladores mencionados en el supuesto anterior, pero que ofrezcan su temeraria retrospectiva de las culturas prehispánicas de este lado de la frontera, se les tazará impuesto proporcional al tiempo que a partir de su descenso duren viendo por encima al otro lado del muro.
- Solicitud formal a Jorge Vergara para revivir a su equipo de futbol Chivas USA en la liga MLS, cobrándole por ello impuesto a tasa sumaria preponderante por cada gol anotado y tasa preferencial por cada gol recibido en partido oficial.
- Impuesto especial a cantantes mexicanos de orientación sexual diversa que se les ocurra perder la vida en territorio estadounidense (Exentando de dicho cobro el costo que generen condolencias que por ese hecho eleve el presidente norteamericano en funciones).
- Impuesto especial por uso de banda ancha en la transmisión de películas mexicanas estelarizadas por Pedro Infante, Jorge Negrete, Pedro Armendáriz (en el caso aplica doble si es Armendáriz Jr por tratarse de segunda generación), siempre y cuando sean transmitidas en cadenas latinas y horario triple A.
- Por perspectiva de género, del apartado inmediato anterior quedan exentas Sara García, Mimí Derba, Prudencia Grifel, Evita Muñoz, Amparito Arozamena y demás musas de la época de oro del cine mexicano.
- Incluir con taza ponderada similar a la que se fije a la producción de armadoras automotrices, a los carritos del mandado que exporte JM Romo a territorio norteamericano.
- Impuesto a Televisa y/o El canal de las estrellas y/o Las estrellas y/o cualquiera que sea la denominación actual de esa empresa de comunicaciones, aplicado a la repetición perenne en comunidades latinas, de series como El chavo del ocho, El chapulín colorado, La carabina de Ambrosio, La familia Peluche, y 100 mexicanos dijeron (este último con tasa variable de acuerdo al conductor (Sencillo por Marco Antonio Regil, doble por Adrián Uribe “El Vítor”).
Sin el menor ánimo de menospreciar el grado de “intelectualidad” al que han accedido los asesores del Presidente Trump al pensar en financiamientos derivados de las drogas, compartimos las anteriores y estupendamente absurdas propuestas, para contribuir a la todavía más estúpidamente absurda e incierta posibilidad del financiamiento mexicano a una obra edificada en el extranjero y para beneficio patrimonial americano.
