«El pedo de ayer de don Fernando (Elizondo), es un show, no se inquieten, no se inquieten», se escucha decir al entonces candidato independiente a la gubernatura de Nuevo León en una llamada telefónica filtrada como parte de la guerra sucia que se desató durante las campañas políticas del 2015 en víspera de las elecciones.
«¡Ya se guey!», responde del otro lado de la línea, la voz de un hombre identificado con el Partido Encuentro Social, organismo que a última hora se unió al proyecto «independiente».
«La idea es generar la percepción de que vamos a ganar», explica a su misterioso interlocutor Jaime Rodríguez Calderón, dejando al descubierto la estrategia felona de que, el mamotreto que pactó con Fernando Elizondo Barragán el 21 de mayo de hace casi dos años y al que bautizaron con el pomposo nombre de Alianza por la Grandeza de Nuevo León, sería solo una «escalera de oro» para alcanzar su tan anhelada ambición de poder.
Y si, la declinación del ex panista a sus aspiraciones de convertirse en gobernador por Movimiento Ciudadano para abrazar la causa del Bronco, surtió efecto y dió certeza al triunfo del ahora mandatario.
Ex Secretario de Estado, ex gobernador, y ex senador de la República, con su amplia trayectoria y su aura de político honesto, serio, ecuánime y respetado por la ciudadanía, Fernando Elizondo pintó distinta la fachada del gobierno «independiente» y dió confianza a los nuevoleoneses que clamaban por un cambio verdadero.
Pero a destiempo, el show al que se refería el Bronco en aquella llamada clandestina interceptada, terminó con la renuncia confusa e inesperada del hoy ex Coordinador Ejecutivo, que «saltó del barco» en medio de la peor crisis de inseguridad que enfrenta el estado para deslindarse de un gobierno marcado desde sus inicios por el sello de la corrupción, el nepotismo, la impunidad, la soberbia y la opacidad.
Tarde se dió cuenta Fernando Elizondo que el agua y el aceite no se mezclan y que los leales al Bronco siempre lo vieron como un arribista y oportunista.
Marginado del círculo cercano del gobernador «independiente», el ex funcionario se convirtió en el blanco perfecto de las grillas palaciegas con epicentro en la Secretaría General de Gobierno que maneja el inefable Manuel González Flores quien nunca permitiría que un «intruso» viniera a mermar su influencia y poder en la cuestionada gobernanza del estado.
Fueron 18 meses tirados al caño de la historia, de manos atadas y nula contribución a la grandeza de Nuevo León, de turbias complicidades y de agachar sumiso la cabeza ante un gobierno autoritario, depredador e insensible a los reclamos de los nuevoleoneses.
Difiero de la actitud triunfalista que mostró Elizondo Barragán al salir por la puerta trasera del Gobierno del Estado, cuando aseguró que los compromisos que hizo en campana con Jaime Rodríguez Calderón ya se cumplieron. Falso.
Y enumeró como metas realizadas:
La reestructuración del aparato estatal, la planeación financiera, la relación con los organismos civiles y la elaboración de un código de ética. Vil mentira.
Si acaso su paso por la administración estatal, contribuyó a aumentar la burocracia VIP de su oficina inútil, inservible.
Dónde sus amigos y amigas ineficientes perciben sueldos de varios dígitos gastándose solo en ese rubro, la friolera de un millón y medio de pesos, en una administración quejumbrosa que argumenta escasez de dinero.
Al final, cayó pesado el telón de este Show a modo, siniestro y cínico, sobre un personaje cuyo capital político quedó hecho trizas y su prestigio personal despedazado.
Lo chamaquearon don Fernando, el Show tenía que terminar así, tarde o temprano y terminó para usted, mal, muy mal.
