Hitchcock lo entendía perfectamente: pocas cosas tan aterradoras como perder conciencia de la realidad, y peor aún, elaborar una nueva construcción de ella. Este trastorno es conocido como psicosis.
En su obra maestra de 1960, el cineasta explora el horror psicológico con una profundidad y estética hasta ese momento nunca vistas en el cine. Hace ya considerables calendarios, en turístico rondín por los Universal Studios de Los Ángeles, me tocó ver de cerca la infame casa Bates, apenas arriba de una colina sobre el falso motel que tantas pesadillas reales generó. Aún en medio de ese disfrute de lo imaginario que es un estudio de cine, la casa no deja de provocar escalofríos.
En el documental “The Pervert’s Guide to Cinema” (La Guía del Cinematográfica del Pervertido), Slavoj Zizek interpeta la tenebrosa casa de los Bates y sus tres niveles (sótano, primer y segundo piso) como una alegoría a los tres niveles freudianos de la mente humana: el superego, el ego y el id. En el piso a nivel de calle (el ego), Norman Bates parece ser una persona no solo funcional, sino encantadora. Pero oscuros secretos se esconden en los otros niveles.
La considerable histeria generada por la escasez de gasolinas en diversas ciudades del país me remontó a esta idea: ¿Qué tanto de la crisis, o mejor dicho, de la percepción de la crisis y sus consecuencias, está anclada en la realidad?
Para la oposición al gobierno de AMLO, la coyuntura es magnífica, pues no solo se ha tenido un mal manejo comunicacional de la situación por parte de la autoridad federal (seguramente precedida por errores estratégicos en la operación), sino que puede extenderse a imaginar escenarios catastróficos: “si hoy falta la gasolina, mañana será el pan, pasado mañana la carne”, “Es el primer paso hacia el socialismo”, o mi favorita: “es el preludio de la guerra civil a la que nos va a llevar AMLO”.
El gobierno federal merece toda clase de críticas y cuestionamientos ante las problemáticas generadas por el operativo para combatir el robo de combustible, pero es irresponsable sacar la situación de contexto, buscando hacer un “framing” de la situación con la ya gastada cantaleta venezolana o la versión del apocalipsis que mejor convenga ¿Cuánto del desabasto habrá sido generado por los errores en la operación federal, y cuánto por las compras de pánico, acabando por efectivamente provocar escasez?
En un reciente estudio publicado por las universidades de Princeton y la Universidad de Nueva York, encontraron que las personas mayores de 65 años son desproporcionadamente más proclives a compartir fake news que usuarios más jóvenes, independientemente de variables como educación, sexo o ingreso. Otro hallazgo interesante fue que muchos más votantes republicanos (identificados con el pensamiento conservador) que demócratas (pensamiento liberal) compartieron noticias falsas, siendo la proporción mayor de 4 a 1.
Esto podría brindar algo de luz a las herramientas y técnicas para no creer y compartir información falsa o engañosa, en particular para el segmento de población que podría ser más proclive a caer en ella: personas de mayor edad y pensamiento conservador. Independientemente de las creencias de cada cual, nada bueno puede surgir de basar una postura política en la psicosis. Si algo necesitamos en los tiempos que corren es un firme anclaje a la realidad y por tanto, debates basados en evidencia.