Publiqué en SDPNoticias: Yo pensé que, aparte de mi, solo a dos colegas de medios digitales les habían llamado a sus teléfonos fijos para extorsionarlos, pero no, resulta que hay una docena de casos más de compañeros (todos apoderados de páginas periodísticas de Internet) que han sido víctimas de ese mismo acoso.
La primera llamada la recibí yo en el teléfono que tengo dado de alta en varios padrones de proveedores oficiales.
La voz del tipo con un acento costeño se identificó como comandante de cierto grupo de la delincuencia organizada.
Como yo no le entendí bien, seguí con la llamada, hasta que me repitió que me hablaba (me dio mi nombre) de parte de tal cártel.
Le menté la madre y le colgué. De eso hace unos seis meses.
La semana pasada no contesté yo el teléfono, pero el bandido que llamaba le exigía a la persona que contestó que le diera mi número de celular.
Como se negó, le dejó un número de celular (el cual pongo a disposición de la autoridad si lo requieren) y pidió que yo me reportara.
No le devolví la llamada porque reconocí el número de celular.
Dos casos de amigos cercanos se parecen al mío.
Ayer me dijo Víctor Badillo, periodista digital también, que hay una lista de periodistas digitales que como yo han sido víctimas de llamados de extorsión.
Una colega hasta acabó en hospital porque le dieron santo y seña de ella y de su familia, al exigirle un pago mensual.
Badillo explica que todas las víctimas aparecemos en el padrón de proveedores de Gobierno del Estado.
Cosa que es cierta.
Como también es cierto que, al menos en mi caso, hace más de cinco años que no se le factura un peso a la administración que ahora encabeza Jaime Rodríguez Calderón.
¿Denunciar? De muy poco o de nada sirve.
He puesto como ejemplo muchas veces al párroco de la Iglesia del Rosario en la colonia Roma, quien, cansado de que los feligreses usaran sus celulares durante la celebración de la misa, instaló unos bloqueadores electrónicos de señales.
Si la mayor parte de las llamadas de extorsión salen de los penales, ¿por qué las autoridades penitenciarias no copian la política del cura del Rosario?